lunes, 19 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 28

 -Muy bien. Mientras tú te has dedicado a románticas noches con montones de hombres guapos, yo he pasado una semana rodeada de extraños personajes disfrazados con máscaras de plástico y orejas puntiagudas -continuó Lara con una sonrisa-. En cualquier caso, te pido que me devuelvas la fe en la humanidad. Dime que ha sido maravilloso.


-Tedioso más bien.


-Así que tedioso, ¿Eh? -dijo Lara haciendo un movimiento con la mano para indicar que ella se refería al plano sexual.


-¡Lara! -exclamó Paula comprendiendo.


-Venga, quiero todos los detalles cochinos. Quiero alucinar un poco.


-No te prometo nada. El miércoles quedé con un tipo que me llevó a cenar a un sitio en el que tuvimos que sentarnos en el suelo, todo fue bien hasta que se quitó los zapatos. El olor de sus pies mezclado con el olor del curry es una mezcla que no olvidaré nunca.


-Eso se soluciona comprándole calcetines de algodón. Y también podrías lavarle los pies todas las noches. Muy sexy. ¡El siguiente!


-Vale. Anoche mi cita fue a recogerme al trabajo. Bonito coche, conversación agradable, un buen tipo hasta que se le ocurrió llevarme a conocer a su madre ¡Antes de cenar!


-Me parece que eres demasiado exigente. Las madres de los hombres pueden ser muy simpáticas. Apuesto a que ése en cuestión hasta lava y cocina.


-¿De verdad crees que soy demasiado exigente? Bueno, entonces escucha esto: Un caballero se ofreció a ayudarme a engendrar un equipo de fútbol.


La risa efusiva de Lara resonó por todo el recinto haciendo que varios de los asistentes se giraran para mirarla.


-Ese debe ser un gran portero. Si no lo quieres, dale mi número de teléfono.


Paula sintió un incómodo pinchazo en el estómago ante la idea de darle a ese hombre en particular el teléfono de Lara.


-Supongo que eso significa que no me vas a contar nada de llamadas de hombres jadeantes.


Paula no tuvo ocasión de quejarse de tal comentario porque su amiga tenía la mirada fija en alguien o algo por detrás de su espalda.


-Pues desde luego ahí tenemos un apetitoso bocado -continuó Lara moviendo la cabeza con coquetería.


-¿Quién? -preguntó Paula girándose para ver quién llamaba tanto la atención de Lara. 


Apenas si pudo disimular su sorpresa cuando vió a Pedro Alfonso quitándose el abrigo en la entrada de la galena.


-Lo conoces, lo veo -dijo Lara mirando fijamente a Paula.


-Ligeramente -contestó Paula alejándose de la puerta, con las mejillas ardientes, buscando desesperadamente un lugar en el que ocultarse.


-Paula, estás poniendo cara de póquer, sabes, y si crees que podrás evitar tener que presentarnos, estás completamente equivocada.


Lara sujetó a Paula por el hombro y la hizo girar para mirar hacia la puerta. Juntas observaron cómo se colocaba la corbata en su sitio y le sonreía a la chica del guardarropa al tomarle el abrigo y darle la ficha para a continuación levantar la vista y observar la sala.

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