miércoles, 14 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 17

 -De hecho, he venido a hablar contigo. Los cubiertos sólo son la excusa.


-Ah -exclamó de nuevo.


-Una gran actuación la de antes.


-La tuya tampoco estuvo mal -contestó ella ruborizándose.


-Aunque no creo que pudiera superar lo que has hecho antes, al menos no con público -añadió Pedro en voz baja pero asegurándose que sus palabras inundaban el cuerpo de Paula-. Entonces ¿Quedamos empatados? -preguntó él ofreciéndole la mano en gesto amistoso.


Paula se quedó mirando unos segundos antes de estrechar la mano. Cuando por fin el contacto cesó se pasó la mano por el cuello.


-Y también quería pedirte disculpas por lo del otro día en la calle.


Paula se detuvo en seco.


-No suelo comportarme así -continuó-. Y aunque estaba bajo los efectos del jet lag no es excusa para haberte hablado como lo hice.


Se detuvo y Paula se dió cuenta de que estaba esperando a que ella dijera algo.


-No le habrás dicho eso a Pablo, ¿Verdad? -consiguió decir-. Quiero decir que no le habrás dicho que nos conocimos así.


-No recuerdo haberlo hecho.


-Entonces no lo hagas, por favor. Por razones que no son relevantes aquí y ahora preferiría que nuestro primer encuentro permaneciera como nuestro secreto.


-Claro.


Paula parpadeó. Creía que le iba a costar más. Según su teoría se suponía que aquel hombre debía ser inflexible y obstinado.


-Y otra cosa más, un consejo -añadió Pedro-, haz las cosas tú misma. ¿Te importaría decirme por qué crees que necesitas a Pablo para que te encuentre marido? -preguntó él desde su metro noventa de estatura haciendo que Holly tuviera que levantar la vista para mirarlo.


-Ah -dijo ella por tercera vez en varios minutos, ruborizada de pies a cabeza-. ¿No crees que eso es algo personal?


-¿Personal? -rió Pedro-. Antes de las siete de esta tarde habrías estado dispuesta a casarte conmigo.


-No me lo recuerdes, por favor -contestó ella apresurándose a cubrirse las ardientes mejillas con las manos.


Y de pronto, Pedro levantó una mano y tomó con sus dedos un mechón de pelo de Paula que se había escapado de su peinado y lo colocó tras la oreja y a continuación posó un dedo en la mejilla de ella. El sonido de una silla del comedor sacó a Paula del sueño y se giró rápidamente sobre la encimera donde había colocado antes los platos de postre. Pedro se aclaró la garganta y salió de la cocina sin decir más. Paula notó que le temblaban las manos y tuvo que dejar los platos sobre la encimera de nuevo para tomar aire.


-Es el enemigo, recuérdalo -dijo en voz alta-. El anti-marido. Lo pusieron sobre la tierra para probarte. Si consigues resistir podrás conseguir lo que quieras.


Horas más tarde Paula ayudó a Macarena a subir a la habitación y dejó a los dos amigos despidiéndose.

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