viernes, 16 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 21

Paula dió la espalda a Pedro deliberadamente y puso la mejor de sus sonrisas.


-Me han dicho que han emborrachado a un amigo.


Los hombres dejaron de hablar a la vez.


-Lo siento, Paula -dijo Pablo-, se me olvidó. Chicos, Paula se ha encargado de organizar la recaudación de fondos y parece que le hemos raptado a su invitado de honor -dijo mirando en derredor, sin retirar su mano de la espalda de ella-. ¿Adónde ha ido el coronel?


-Esta ronda es suya, me temo -dijo un joven muy atractivo, mirando incitante a Paula-. No podíamos dejarle ir sin pagar su deuda. Así que tendrás que esperar aquí con nosotros a que regrese. Y como este bruto no piensa presentarnos, lo haré yo. Soy Daniel Riley, el nuevo director de finanzas.


-Encantada de conocerte, Daniel. Yo soy Paula Chaves-dijo ella estrechando su mano tal vez unos segundos más de lo necesario.


-Lo sé -dijo él-. Te ví en la pelea.


¿Aquel tipo había estado en la pelea? ¿Era uno de los posibles candidatos que podía haber conocido? Miró con detenimiento al chico. Alto, atlético, bonita sonrisa. Muy guapo. Entonces fue cuando Pedro tosió. Paula se plantó orgullosa y se giró para mirarlo pero su gesto no había variado un ápice.


-Debes tener muy buena vista, Riley. No estuvo allí más que diez segundos -dijo Pedro.


Y tras ello la miró sin una pizca de remordimiento. Ella también lo miró con furia instándole a seguir y a la vez rogándole que no dijera ni una palabra más.


-Según me dijo Pablito -añadió Pedro mirando a Riley.


-Bueno, es obvio que diez segundos fueron suficientes para haberme llamado la atención, pero saliste corriendo antes de que pudiera acercarme.


Paula se volvió a girar para mirar a su nuevo pretendiente y sonrió para después hacer un gesto de burla a Pedor por encima del hombro.


-No me digas.


«Vamos, Daniel, eres más joven, más guapo y desde luego más caballeroso que este bocazas que tengo detrás. Rubio, cándido, y muy guapo. Pero seguro que tú también lo sabes. Lo más probable es que seas otra de esas «Personalidades masculinas» de las que conozco en estas situaciones». De pronto sintió que no quería jugar y rompió la concentración de Daniel para presentarse al resto del grupo, algunos de la edad de ella aunque menos guapos que él. Aquellos hombres habían sido cuidadosamente elegidos por Pablo para formar parte de la elite directiva de Alfonso. Se vió capaz de seguir considerando sus posibilidades hasta que su mirada se cruzó con la de Pedro de nuevo. Él no le sonreía como los otros hombres, sólo la miraba con suficiencia. Allí sentado, con los brazos cruzados, apoyado en el respaldo de la banqueta, como un omnisciente demonio. Era evidente que sabía lo que ella estaba pensando. Paula siguió sonriendo pero frunció un poco el ceño. No tenía por qué negar sus intenciones y además, a él no le importaba.


-Mi querida Paula, qué bien que te hayas unido a nosotros -dijo el coronel-. Te habría invitado yo mismo pero hacía años que no te veía poner un pie en esta vieja taberna.


-Carlos -dijo Paula relajando un tanto su actitud al ver al anciano-, sabes que iría contigo a cualquier sitio que me pidieras. Pero hoy tenemos algo que hacer, ¿Recuerdas la recaudación de fondos?


Carlos asintió.

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