lunes, 1 de julio de 2019

Indomable: Capítulo 21

–¿Podemos ir a tomar el té con nonna?, ¿Por favor? –le pidió Valentina.

Al ver la carita esperanzada de su hija Paula reprimió un suspiro de resignación. Al ver la sorpresa de Pedro, le explicó:

–Como a Valentina le costaba pronunciar «Sara» tu abuela le dijo que podía llamarla «nonna».

Había sido conmovedor ver la amistad especial que se había ido forjando entre la anciana y su hija a pesar de los ochenta años de diferencia entre ambas. Se obligó a mirar a Pedro a los ojos, maldiciendo para sus adentros el modo en que le palpitó el corazón.

–Dile a tu abuela que aceptamos encantadas su invitación.

–De acuerdo; las recogeré a las tres y media.

–No hace falta que nos lleves –replicó ella–. Podemos encontrarnos en el hotel. Espero que tu coche no sufriera daños importantes ayer.

Aunque estuviera en perfecto estado no iba a permitir que Valentina se montase en un deportivo con lo que resbalaban las carreteras.

–Por desgracia el choque arrancó el tubo de escape del chasis – contestó Pedro–. Como tendrían que mandar unas piezas especiales de Italia para repararlo, he alquilado un vehículo más acorde con el frío invernal que está haciendo –dijo señalando la ventana con la cabeza.

Paula miró hacia allí y vió un todoterreno último modelo estacionado fuera. Relucía de tal modo que a su lado su viejo todoterreno parecía el primo pobre. ¡Lo que era tener dinero!, pensó con amargura. La vida de multimillonario que llevaba Pedro era muy distinta de la suya, la de una madre soltera en un tranquilo pueblecito de Northumbria. ¿Y acaso importaba eso?, se preguntó. Pronto Pedro regresaría a Italia y probablemente no volvería a verlo jamás. Podía sobrevivir una tarde en su compañía sin ponerse en ridículo, se dijo.

–De acuerdo, pues te esperamos a las tres y media entonces –dijo disimulando su nerviosismo con una sonrisa.

Eran casi las seis de la tarde cuando regresaron a Primrose Cottage.

–Gracias por invitarnos; lo hemos pasado muy bien –le dijo Paula a Pedro con una breve sonrisa antes de girar la cabeza hacia el asiento atrás–. Valentina se ha divertido muchísimo; no me extraña que se haya quedado dormida –le dijo a Sara–. Nunca la había oído parlotear de ese modo.

A pesar de sus reservas, la tarde había sido muy agradable. Valentina había estado encantada jugando con las casas de muñecas en el salón de té del hotel, y les habían servido una selección deliciosa de sándwiches y bollería.

Ocupada en intentar persuadir a Valentina para que comiera y en charlar con Sara, Paula había logrado abstraerse un poco de la intensa atracción que Pedro ejercía sobre ella, y aparte de una conversación en la que ella le había preguntado por su empresa, Eleganza, y él le había relatado brevemente su historia, no habían hablado demasiado. Lo que sí había habido entre ellos había sido contacto visual. Durante toda la tarde había sido consciente de que había estado mirándola, y en varias ocasiones ella le había lanzado también una mirada furtiva y se había sonrojado cuando sus ojos se habían encontrado.

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