viernes, 28 de junio de 2019

Indomable: Capítulo 20

–¿Dijiste que no querías azúcar en el café? –le preguntó Paula.

Pedro la miró. Había un brillo divertido en sus ojos, y cuando sus labios se curvaron en una sonrisa el corazón le palpitó con fuerza. Al principio habría dicho de ella que era más o menos atractiva, pero la noche anterior apenas había dormido preguntándose por qué no podía dejar de pensar en ella, y en ese momento se dió cuenta de que la suya era una belleza discreta que hacía que sus ojos volviesen a ella una y otra vez.

–Grazie –dijo tomando la taza de café que le ofrecía. Se fijó en que le temblaba ligeramente la mano, y sintió una cierta satisfacción de ver que no le era tan indiferente como quería hacerle creer–. Esto me recuerda el motivo por el que he venido –le dijo–. Voy a llevar a Sara al hotel Royal Oak esta tarde a tomar el té, y nos encantaría que Valentina y tú se uniesen a nosotros.

–Oh. Pues… es muy amable por tu parte, pero creo que voy a rechazar la invitación –balbució Paula, sin poder disimular demasiado bien el pánico que la invadió.

No le parecía que fuese buena idea pasar la tarde en compañía de un playboy italiano guapísimo; sobre todo cuando le costaba tanto ocultar la atracción que sentía por él.

–Es que… tenemos otros planes, y estoy segura de que tu abuela querrá tenerte para ella sola; y más teniendo en cuenta cuánto hacía que no te veía.

Pedro optó por ignorar ese comentario mordaz.

–Es mi abuela quien ha querido invitarlas. Le gustaría mucho que vinieran –las comisuras de sus labios se curvaron en una sensual sonrisa, y añadió–: Además, tengo órdenes estrictas de no aceptar un «no» por respuesta –su sonrisa se tornó cálida y algo burlona, como si supiera la razón por la que se estaba negando–. Tengo entendido que el hotel tiene una colección de casas de muñecas con las que los niños pueden jugar. ¿Te gustan las casas de muñecas, Valentina? –le preguntó a la pequeña, que estaba escuchando su conversación.

–Eso es injusto –masculló Paula, mientras su hija asentía con entusiasmo.

–¿Injusto que quiera que una mujer anciana pase una tarde agradable? –replicó él–. Sara está muy ilusionada con la idea de salir a tomar el té, y es evidente que le tiene mucho cariño a Valentina. ¿No podrías posponer esos planes hasta mañana?

En realidad los únicos planes que ella tenía era ver un DVD infantil con Valentina y atacar la pila de ropa que tenía por planchar, pero eso no lo sabía Pedro.

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