miércoles, 5 de junio de 2019

Recuerdos: Capítulo 50

—Se llama Colecciones de Paula.

—¿Y el hombre del aeropuerto? ¿Quién era?

—David Weston.

—Continúa.

Paula se mordió el labio inferior durante unos segundos.

—Mi ex novio.

—¿Y qué es ahora para tí? —preguntó insistente.

Sin vacilar, Paula le explicó todo al detalle, hablándole de las joyas de su tía.

—Alguien debería darle una lección —dijo Pedro con la mandíbula apretada.

—En realidad es inofensivo. Es sólo que no le gusta que le digan que no.

—Se parece a alguien que conozco —dijo hablando más para sí que para ella.

—¿Te refieres al hombre que acaba de marcharse?

Sus ojos descansaron un segundo en ella.

—Sí —dijo pestañeando.

—¿Es un… amigo?

—Un amigo y mi ex compañero en el departamento.

—Está intentando que regreses, ¿No?

—¿Cómo lo sabes?

Paula se encogió de hombros.

—Ha sido casualidad. ¿Qué vas a hacer?

—No lo sé. Pero ahora no me apetece hablar de mí.

Paula se echó hacia atrás en el columpio y no dijo nada.

—Entonces, ¿Cuándo te marchas?

—Estaba pensando que podía quedarme un poco más —dijo sonriendo con fragilidad—. Si no te importa, claro está.

El silencio acogió sus palabras. Pedro no pudo responder aunque hubiera querido. Estaba demasiado ocupado luchando con sus emociones. Sabía que alguna vez recuperaría la memoria, pero no se había preparado para ello. Pero tampoco se había preparado para lo que acababa de decir, y se había convencido de que una vez ella recuperase su identidad, desaparecería de su vida para siempre. De repente, todo estuvo más enredado que nunca. Tenía que marcharse. Era lo más sensato. Cada día que pasaba su deseo por ella aumentaba. Y todo lo que podía hacer era no tocarla, mientras se deleitaba imaginándose cómo sería chupar su piel, sentir sus pezones cobrar vida bajo su lengua… Pero la idea de que se marchase le era insoportable, aunque ella provocase en él sentimientos que él no quería admitir.

—¿Pedro?

—¿Crees que es una buena idea? —preguntó con expresión atormentada.

—Prometo no molestarte…

—Ese no es el tema, y tú lo sabes.

—Sólo estoy pidiendo unos pocos días más.

—¿Por qué?

—Yo… quería poner algo de distancia entre David y yo visitando a una amiga de Austin…

—¿Y piensas que éste es un buen lugar para esconderte?

Durante un segundo, se había imaginado que ella quería quedarse por otras razones. Sintió dolor en su corazón y se llamó a sí mismo tonto.

—Algo así.

Pedro se quedó mirándola y empezó a alejarse, echándose el pelo hacia atrás con la mano.

—Por favor.

Pedro giró, pero en lugar de hablar, la miró mientras el corazón le latía con fuerza.

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