viernes, 5 de julio de 2019

Indomable: Capítulo 35

Valentina puso unos ojos como platos y asintió.

–¿Y podremos bañarnos?

–Bueno, no sé si hará bastante calor para bañarse, pero podremos ir a la playa, y podrás jugar en los jardines con mi perro Bobby.

«Estupendo», pensó Paula con amargura. Por si no bastaba con la promesa de que podrían ir a la playa, Pedro también tenía un perro. Valentina estaría en el séptimo cielo. Miró la carita de emoción de su hija y el alma se le cayó a los pies. ¿Cómo podría negarse sabiendo que decepcionaría a Sara y a la niña? Miró furibunda a Pedro, que sabía muy bien que no podría negarse.

–¿Podemos hablar en privado un momento para discutir los detalles del viaje? –le preguntó en un tono edulcorado para que Sara no se diese cuenta de que quería matar a su nieto.

–Pues claro –respondió él con una sonrisa de lo más falsa.

Salieron del salón, y cuando Pedro hubo cerrado la puerta lo increpó en un siseo:

–¿Cómo has podido? Creía haberte dejado bien claros los motivos por los que no podía ir. No tenías derecho a utilizar a mi hija para salirte con la tuya. Eso es chantaje emocional.

Pedro se encogió de hombros.

–En los negocios empleo cualquier medio para conseguir cerrar un trato y lo mismo se aplica a mi vida privada. Quiero que seas tú quien cuide de mi abuela hasta que se haya repuesto, aunque para ello tenga que recurrir a la coacción. Y si lo que te preocupa es tu trabajo aquí, en Northumbria, no tienes por qué; ya lo he solucionado –añadió Pedro.

–¿Qué quieres decir?

–He hablado con el director del hospital para el que trabajas, el señor Donaldson, y hemos acordado que te dé un permiso de tres meses sin paga. Se mostró muy dispuesto a cooperar; sobre todo después del generoso cheque que le firmé como donación para el hospital.

Lejos de sentir gratitud por que hubiera resuelto uno de los motivos por los que había rechazado su oferta, su intromisión enfureció a Paula.

–Para tí los demás solo somos marionetas, ¿No es así? –lo increpó–. Crees que el tener dinero te da derecho a manipular mi vida a tu antojo.  Pues si quieres saber la verdad, no quiero a mi hija en tu villa. El picadero de un playboy no es un lugar apropiado para una niña –ignoró la expresión contrariada de Pedro y añadió–. ¿También estará allí esa Candela Pascal? ¿O alguna de tus otras amiguitas? Porque por lo que se dice parece que es frecuente que alternes entre unas y otras.

–¡Qué visión tan halagadora tienes de mí! No, Candela no estará en Villa Lucia porque ayer puse fin a nuestra relación. Y de hecho ni siquiera podría decirse que tuviéramos una relación. Los dos llevamos una vida muy ajetreada, y de vez en cuando nos veíamos si coincidíamos en la misma ciudad. Era un arreglo que nos iba bien a los dos –le explicó–. Y puedo asegurarte que eso de que estoy con varias mujeres a la vez es completamente falso. Después de besarte el sábado por la noche lo correcto era que rompiera con Candela, pero no me parecía que hacerlo por teléfono fuera apropiado.

Esa revelación dejó muda a Paula. El hecho de que hubiera cortado con ella en persona y no por teléfono le inspiraba respeto, pero no pudo evitar preguntarse si se habría acostado con la bella modelo el día anterior, una última vez en honor a los viejos tiempos. De nuevo sintió como si tuviera una bola de fuego en el estómago.

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