viernes, 12 de julio de 2019

Indomable: Capítulo 41

Había dado por hecho que el director de una compañía iría a la oficina con traje, y Sara debía estar pensando lo mismo porque le dijo a su nieto:

–¿No me digas que eres uno de esos ejecutivos modernos que no llevan corbata en el trabajo, Pedro?

–Pues claro que no –murmuró él con una sonrisa–, pero hoy no voy a trabajar. Quiero asegurarme de que mis invitadas se aclimatan bien a Villa Lucia –sus ojos dorados se posaron de pronto en los de Paula–. ¿Has dormido bien?

Paula forzó una sonrisa para disimular el efecto devastador que tenía sobre ella.

–Muy bien, gracias –mintió.

No iba a decirle que había pasado otra noche dando vueltas en la cama porque no podía dejar de pensar en él.

–Si has acabado de desayunar me gustaría hablar contigo a solas un momento.

Sin esperar una respuesta se dió la vuelta y salió del comedor, con lo que no le quedó otra opción más que seguirlo. La condujo hasta su estudio, y tras cerrar la puerta y sentarse tras el escritorio le dijo:

–Estoy pensando en celebrar un cóctel de bienvenida para mi abuela. Invitaría a algunos amigos y vecinos, y quizá a algunos colegas de trabajo. ¿Crees que sería demasiado para ella? La veo tan frágil que no quiero que se canse demasiado.

–Bueno, creo que una fiesta en su honor le encantaría. A menudo habla de las fiestas que organizaban su marido y ella hace años en Nunstead Hall. Y seguro que disfrutaría poniéndose guapa para la ocasión.

Pedro asintió.

–Por supuesto tú tendrías que acompañarla a la fiesta –apuntó.

La idea de socializar con las amistades de Pedro hizo que a Paula se le cayera el alma a los pies. Ella no pertenecía a aquel mundo de gente rica y poderosa.

–No creo que sea necesario. Estaré a su disposición, por supuesto, por si en un momento dado se encontrara mal, pero como tú mismo has dicho tu abuela no necesita de una persona que esté pendiente de ella todo el tiempo.

A Pedro se le agotó la paciencia.

–Dio, Paula, ¿Por qué contigo todo es una batalla? Eres mi invitada y como es natural tú también estás invitada a la fiesta. ¿Por qué esa obstinación en rechazar constantemente los puentes que te tiendo? – entornó los ojos–. Parece como si tuvieras miedo a confiar, ¿pero por qué?, ¿Quién ha hecho que tengas tantos recelos?

–Nadie –replicó ella, poniéndose a la defensiva. Pedro le dirigió una mirada sardónica que la hizo sonrojar. Inspiró profundamente y le dijo–: Estoy segura de que podemos mantener una relación cordial durante mi estancia aquí.

Pedro se preguntó qué estaría pasando por su mente. Se sentía tentado de tumbarla en su escritorio, subirle el vestido hasta la cintura y demostrarle que estaba engañándose si de verdad creía que solo quería una relación cordial con él.

–¿Eras feliz con Javier? –inquirió abruptamente.

De inmediato, tal como esperaba, Paula se puso tensa.

–Pues claro que sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario