miércoles, 17 de mayo de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 73

 —Lo sé, cariño —decía—, pero todo es nuevo para mí. Nunca antes había estado enamorado —reía—. Bueno, desde luego que es maravilloso, pero es una absoluta pesadilla.


Paula tuvo que apoyarse en la pared. Eso era lo que había pasado. Había conocido a alguien, y en esa ocasión era lo verdadero.


—No, no se lo he dicho a Paula —continuó él—. No es exactamente... Quiero decir que no resulta lo más fácil de introducir en una conversación. Ya sabes cómo es... —Paula se mordió el labio. Era alguien que conocía—. En realidad no sé cómo se lo tomará —hizo una pausa y volvió a reír—. Sí, para tí es fácil decirlo, ya que no eres tú quien se enfrenta al pelotón de fusilamiento. No obstante, cuanto antes mejor. Te haré saber cómo va.


Paula apretó los dientes. No pudo soportarlo. Pedro le explicaría que había conocido a una mujer con la que quería pasar el resto de su vida.  ¿Era Romina? ¿O Sandra? Le explicaría que se había enamorado, y ella tendría que quedarse quieta, sonriendo y fingiendo que no le importaba. Iba a marcharse a Cerdeña. 





Un sol resplandeciente quemaba un blanco semicírculo de playa y centelleaba sobre las olas del mar azul. Paula estaba sentada debajo de la enorme sombrilla rayada. Tenía la piel blanca de una pelirroja, y debía andar con cuidado con el sol. Había estado nadando un rato, y en ese momento leía una novela de Agatha Christie en italiano. Una sombra apareció en la arena delante de la sombrilla. Mantuvo la vista baja. Había pasado casi todas sus vacaciones esquivando a los persistentes sardos. No tenía ganas de echar a otro.


—Buon giorno, signorina —saludó una voz profunda y relajada—. ¿Te importa si me uno a tí? Veo que lees un libro; seguro que no deseas que te interrumpan.


Paula alzó la vista cuando él extendía la toalla a su lado; el corazón casi le da un vuelco.


—¿Pedro?


—¿Sabes cuánto me ha llevado encontrarte aquí? —preguntó—. ¿Por qué no pudiste elegir una pequeña isla griega? A propósito, ¿Por qué desapareciste de repente? —enarcó una ceja—. Pensé que estabas metida en el proyecto de Feffel & Meyers.


—Lo sé. Decidí que no era para mí. Lamento haberme ido de pronto, pero pensé que ya se había hecho suficiente para que otra persona pudiera ocuparse de él.


—Bueno, es evidente que fue tu decisión —indicó tras mirarla un rato y continuar con un tema seguro. 

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