viernes, 12 de mayo de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 61

 —Hmm —musitó Paula—. ¿Sabes?, creo que tienes razón.


—¿Qué? —preguntó, sobresaltado.


—Nunca pensé en ello de esa manera. Como dices tú, no tiene sentido tratar de ser leal a alguien que puede que ni siquiera exista.


—Exacto —corroboró él. La miró como si no creyera lo que escuchaba.


—La cuestión es si quiero acostarme contigo ahora.


—Sí —aceptó con expresión cauta.


—Y creo que sí. ¿Vamos al dormitorio?


—¿Por qué me da la impresión de que hay algo oculto?


—No tengo ni idea. Lo que pasa es que eres tan taimado que piensas que todo el mundo también lo es —lo miró con ojos inocentes—. ¿Me prometes ser delicado?


—Mejor que no —afirmó—, si pienso que en este momento me gustaría retorcerte el cuello. ¿Qué juego es éste?


Paula sonrió. Se sentía de maravilla. ¡Todo iba a salir a la perfección! ¡Iba a acostarse con el hombre al que amaba! Claro está que lo más probable es que él no volviera a hablarle nunca más, aunque tarde o temprano Charles iba a encontrar a otra persona. Mejor que primero hubiera dormido con él.


—¿Qué juego? —repuso inocentemente—. Como has dicho, te deseo tanto como tú a mí —hizo una pausa—. ¿De verdad tú no te acostarías jamás con otra persona si encontraras a la mujer adecuada?


—Sí —repuso tras un titubeo, como si la retara a reírse de él—. No sería la primera, pero sería la última.


—Y lo que esperas es no conocerla pronto.


—Yo no diría eso —rió Charles—. Pero basta de hablar de mí. Es hora de ayudarte en tu educación. 




Más adelante Paula no sabría decidir qué había sido lo mejor de la noche. Amigas suyas le habían contado cómo había sido su primera vez; algunas habían bromeado y otras se habían quejado, mientras otras afirmaron que al menos no les había dolido mucho. En algún momento, después de tantas historias, ella había dado por sentado que sería una decepción. Debía serlo, ya que lo había imaginado tan a menudo y añorado tanto. Pues no fue una decepción. Habían ido al dormitorio de Pero y ella comenzó a desnudarse de un modo desinhibido y a tirar la ropa al suelo. Algo en sus movimientos había hecho que él riera. Luego le sonrió con esa sonrisa tan irresistible y también él empezó a desnudarse. De pronto estuvo a su lado, desnudo, sin dejar de sonreír, y la rodeó con los brazos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario