lunes, 29 de mayo de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 19

Paula le agarró una mano y tiró de él hacia un camarero con una bandeja con copas.


–Y yo.


Unos minutos después, Pedro estaba con una copa de champán en la mano mientras Paula charlaba con algunos de los invitados en espera a que abrieran las puertas del salón de fiestas. Aparte de algunas palabras de vez en cuando, supuso que cuanto menos dijera mejor. Ella había contado a sus lectores cosas sobre él que le avergonzaban. ¿Él un experto en relaciones amorosas? Sin querer, había destruido todas y cada una de las relaciones que había tenido y no quería de ninguna manera repetir las equivocaciones que había cometido. En lo que a dar entrevistas se refería… ¡Ni hablar! Su vida privada era eso, privada. Una cosa tenía que reconocer, Paula estaba preciosa aquella noche y disfrutaba con las miradas de envidia que le lanzaban otros hombres. También disfrutaba cuando le rozaba el cuerpo con el suyo en el concurrido vestíbulo. Él la tenía agarrada por la cintura y, de vez en cuando, lo miraba y le sonreía. Recordaba el sabor de su boca. Los dulces y suaves labios de ella le hacían desear ir más allá. Y, como a los demás hombres que estaban ahí, no podía apartar los ojos del escote de Paula. Aunque el escote no era excesivo, le atraía como la miel a las abejas.


–Vamos a echar un vistazo a la subasta secreta mientras esperamos –dijo Paula. Entonces, le condujo hacia el mostrador en el que había varios objetos–. Puede que veas algo que te guste.


Lo único que, hasta el momento, le gustaba era Paula con ese vestido. Las obras benéficas le parecían muy bien y aquella era una excelente causa, pero ninguno de aquellos objetos le gustó en especial, aunque había un par de cuadros interesantes. Tenía dinero más que suficiente para comprar lo que se le antojara. No le importaría hacer una donación sin recibir nada a cambio.  A ella pareció gustarle uno de los artículos que iban a rifarse. Se quedó mirando uno de los premios: Una semana de vacaciones en una isla privada del Mediterráneo.


–¿No sería maravilloso ganar ese premio? –dijo ella señalando la foto de una playa de arena blanca y una lujosa villa al fondo–. Me encantaría pasar una semana en una playa sin nadie más. ¡Imagínate ser tan rico como para tener tu propia isla!


Pedro había pensado con frecuencia en comprar una isla, un refugio para escapar de las preocupaciones de la vida. Un lugar al que no pudiera seguirle la culpa que sentía. Había llegado incluso a buscar islas para comprar en Internet. La idea de la arena y el mar era realmente tentadora. Casi tan tentadora como Paula.


–Un sitio perfecto para la luna de miel, ¿Verdad, Paula? –dijo una mujer que trabajaba en la revista cuando pasó al lado de ellos.


Paula sonrió a la mujer antes de volverse de nuevo hacia él.


–Se puede ganar ese premio solo con asistir a la fiesta. ¿A que es estupendo? Todas las sillas del salón de fiestas tienen un número debajo del asiento. Al dar la medianoche anunciarán al ganador.


–Si ganaras, ¿A quién invitarías para que te acompañara? –Pedro no sabía por qué había hecho esa pregunta.


Paula lanzó una carcajada al tiempo que sacudía la cabeza. 

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