miércoles, 3 de mayo de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 49

En la pantalla se leía «Sencillo como una Máquina de Escribir». Las letras se desvanecieron, sustituidas por una lista de opciones... Directorios para documentos preexistentes, diversos tipos de documentos en blanco. Una barra de texto en la parte superior de la pantalla explicaba cómo realizar una selección, algo que Paula hizo. Se encontró con una carta estándar; una vez más una barra en la parte superior explicaba qué hacer.


—La idea es que desafiemos a nuestros rivales a una prueba —indicó Pedro. Tenía los ojos hundidos por la falta de sueño, le habría sentado bien afeitarse, pero sonreía—. Presentaremos personas que nunca antes habían usado un ordenador... ¿Cuánto tiempo tardarán en producir una carta desde cero? Llama a eventuales que sólo hayan trabajado con un paquete informático... Comprueba cuánto tiempo necesitan para producir una carta en el otro programa. La idea es que compran nuestro producto y pueden usar el de cualquiera —cerró los ojos unos momentos y volvió a abrirlos.


—Es brillante —afirmó Paula. 


Parecía sencillo, pero cuanto más sencillo parecía, más trabajo había detrás de él. Desde luego, la mayoría de los hombres del nivel de Pedro no llevaría a cabo el trabajo de programación requerido para desarrollar algo parecido.


—Está sujeto por alfileres y gomitas, pero creo que despegara. En cualquier caso, lo suficiente para darles una idea general —apagó el aparato, se levantó y se estiró.


—Pero... —comenzó Paula.


—¿Pero?——preguntó él.


—¿No podrías tú, o, más bien, nuestros competidores, pensar en algo similar a partir de los otros paquetes que hay en el mercado?


—Claro —se encogió de hombros—. Pero apuesto que no lo harán. Podrían si supieran todo lo que tú me has contado sobre la empresa, y quizá lo hubieran averiguado si tuvieran tanto que perder al no conseguir el trato, pero no les sucede eso. Lo más factible es que mucha gente de Barrett ya conozca alguno de los paquetes principales; nuestros competidores pueden contar con algunos grupos para que voten su producto comercial que ya conocen sin ninguna modificación. Intentarán vender lo que tienen tal como está ahora. Quizá nosotros no dispongamos de muchas posibilidades de éxito, pero la única que tenemos es sorprenderlos.


Paula suspiró. Tenía razón, desde luego. Se habían esforzado tanto, pero, al terminar, apenas tenían una oportunidad. Bueno, habían hecho lo que habían podido. Bostezó sin poder evitarlo. El cálculo que había realizado Pedro sobre lo que dormirían había sido optimista.


—¿Hemos acabado? —preguntó ella.


—De momento. Vayámonos a la cama, ¿Eh?


—¿Ahora? —Paula lo miró fijamente.


Pedro la observó y rió.


—Paula, cariño, sé que ha pasado tiempo, pero existe una cosa llamada sueño. Se hace en la cama. Si quieres compartir la mía, puedes dormir conmigo. Creo que dejaré lo de seducirte hasta que me encuentre plenamente consciente.


Ella se ruborizó. Si tenía en cuenta el modo en que la había estado mirando todo el fin de semana, no le pareció haber sacado unas conclusiones precipitadas. 

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