viernes, 19 de mayo de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 3

Tras pensarlo mucho, Paula decidió presentarse de improviso en casa de Pedro, en el barrio de Bloomsbury; no quería darle la oportunidad de negarse a recibirla alegando estar muy ocupado con el trabajo. Pedro siempre estaba trabajando en algún proyecto de ingeniería médica, era un profesional de gran reputación a nivel mundial. Paula le había hecho prometer a Carolina no decirle nada a su hermano respecto al plan. A Carolina le había encantado la idea de que su hermano la acompañara a la fiesta; lo que no era extraño, ya que Carolina hablaba con frecuencia de lo mucho que deseaba que Pedro volviera a tener una vida social activa. Y como sabía que a Pedro le gustaba mucho el dulce casero, Paula se presentó en su casa con una caja de galletas de chocolate y nueces de macadamia recién salidas del horno de su cocina. Con la caja de galletas debajo de un brazo y sujetando el paraguas con la otra mano, Paula llamó a la puerta. Tuvo que insistir varias veces. Sabía que Pedro estaba en casa porque vió luz en la ventana del estudio de él y también en el cuarto de estar. «¿Y si tiene visita?» «No». Pedro no recibía visitas desde la muerte de su novia, Victoria, hacía cinco años. Aunque a él nunca le habían gustado mucho las fiestas, desde su muerte se había encerrado en sí mismo completamente. También se había convertido un adicto al trabajo. Una pena, porque podría ser muy divertido si se relajara un poco. Por fin, oyó pasos al otro lado de la puerta y apartó el dedo del timbre. Al verla, Pedro frunció el ceño. 


–Ah, eres tú –dijo él.


–Me alegro de verte, Pedro –dijo Paula–. ¿Puedo pasar? Hace un poco de frío.


–Sí, pasa –respondió, aunque su expresión claramente mostraba reticencia.


Paula entró en la casa y cerró el paraguas; por suerte, la alfombra absorbió inmediatamente el agua.


–¿Te pillo en mal momento?


–Estoy trabajando…


–Hay otras cosas en la vida además del trabajo, por si no lo sabes – declaró Paula buscando con la mirada un sitio donde dejar el paraguas.


–Dámelo antes de que me rompas algo –dijo Pedro extendiendo una mano. Dejó el paraguas en un paragüero cerca de la puerta.


–¿Y Carolina? ¿No ha venido contigo?


–Esta tarde tenía una reunión de padres en el colegio –contestó Paula–. Se me ha ocurrido pasarme para ver cómo estabas.


–Como ves, estoy bien.


Durante el embarazoso silencio que siguió, Paula se preguntó si Pedro estaría recordando aquella noche. ¿Pensaba en ello alguna vez? ¿Se acordaba de lo que pasó? ¿Se acordaba de que había apoyado la cabeza en su hombro y de cómo le había acariciado el rostro, como si hubiera estado a punto de besarla? 

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