miércoles, 10 de mayo de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 58

Sólo se había ausentado una semana, pero con sólo verlo el corazón le dió un vuelco. Estaba extremadamente atractivo, y en ese momento todos sus encantos y energía iban dirigidos a Paula, ya que se hallaba bajo la impresión de que iba a seducirla.


—¿Cómo fue todo en Praga?


—Estimulante —sonrió—. Es una pena que haya ascendido a mi secretaria. Pero sobreviví.


—Bien —comentó ella de forma casi inaudible. Debía haber algo más que pudiera decir—. Creo que la presentación de Barrett salió bien — añadió.


—¿Bien?—repitió él.


—Claro que es demasiado pronto para saberlo...


—En realidad, no lo es —rió—. Odio estropear el suspense, pero al llegar me esperaba esto —lanzó una carta sobre la mesa de ella.


Paula la recogió y vio que se trataba de una carta del propio señor Barrett, en la que felicitaba a Alfonso por la comprensión mostrada por las necesidades de su empresa. Explicaba que en poco tiempo recibirían un contrato y que anhelaba hacer negocios con ellos.


—No me lo creo —fue lo único que atinó a comentar Paula.


—¿Por qué no? Tú sí que entendiste lo que ellos necesitaban. Me pareció que mucho mejor que yo. Pensé que harías un trabajo brillante convenciéndolos, y así ha sido —le sonrió con calidez—. Lo gracioso, al menos en lo que a mí respecta, es que has sido tú quien lo ha conseguido. Es evidente que para nosotros se trata de un paso importante. Pero al ver la carta lo primero que pensé es que había elegido a otra ganadora.


—Sí, pero sólo fue algo fortuito que yo trabajara allí —sonrió con timidez. 


—Cualquiera habría podido disponer de ese conocimiento; pero eso no es lo mismo que saber qué hacer con él —la señaló con un dedo—. En cualquier caso, esto nos da la oportunidad de celebrar de verdad algo.


—Sí—corroboró ella incómoda.


—Ha sido una suerte que te encontrara aquí, si tenemos en cuenta que una vez acabada la presentación aun no tienes otro trabajo. Pero al menos te permitirá marcharte con la conciencia tranquila. Vayamos a cenar.


Paula sabía que se trataba de una mala idea. El problema no radicaba en la cena propiamente dicha, pero una cosa podía llevar a la otra… Y sabía muy bien qué esperaba Pedro al final de la noche. Por otro lado, ¿Qué se suponía que debía contestarle? No podía soltarle «Soy virgen» a una invitación a cenar. ¿Qué motivos podía alegar para rechazarlo? Además, no quería negarse. Ese trabajo no duraría para siempre. ¿De cuantas posibilidades más dispondría para compartir una cena con Charles? Bueno, ¿Por qué no iba a poder disfrutar por esa sola vez?


—De acuerdo —aceptó.


Fueron a un restaurante con un chef famoso, pero Paula apenas probó la comida. A las diez de la noche él dijo:


—¿Te apetece ir a mi casa a escuchar el CD de jazz del que te hablé? —preguntó con ojos divertidos. Ella supo que debería responder que no.


—Me encantaría.


—Entonces, vámonos —Pedro sonrió.


Se dirigieron al ático. La última vez Paula había estado tan exhausta que apenas le había prestado atención; en ese momento se acercó a los ventanales que iban del techo al suelo y contempló boquiabierta la resplandeciente ciudad. A su espalda sonaron las notas elegantes de un saxo.


—¿Quieres beber algo? ¿Brandy? ¿Café?


—Brandy —iba a necesitar algo fuerte.


—Enseguida —al rato se situó a su lado con dos copas y le entregó una—. Por mi mano derecha —brindó—. El arma secreta de Alfonso — Bárbara bebió un buen trago. Pedro se inclinó y le rozó los labios—. Ven a sentarte —musitó. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario