lunes, 22 de mayo de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 10

Cuando Paula salió de su casa, Pedro cerró la puerta y lanzó una maldición. Maldita chica. ¿Cómo había conseguido convencerle? ¿Cómo había accedido a participar en semejante farsa? No le gustaban las fiestas. No salía a cenar a menos que fuera por motivos de trabajo. Y, por supuesto, no salía con chicas. Desde la muerte de Victoria no le apetecía salir con nadie. No se le daban bien las relaciones sentimentales, como había sido el caso con Victoria; a pesar de haberlo intentado, no había logrado llegar muy lejos en su relación con ella. En vida, ella solía pasar varias noches a la semana en su casa e incluso había dejado allí alguna ropa y artículos de aseo; pero Pedro no le había permitido que se fuera a vivir con él definitivamente. Por aquel entonces no había estado en contra del matrimonio, incluso había contemplado la posibilidad de casarse, pero no con Victoria, ella no había sido la persona adecuada para él. Entonces, horas después de romper con ella, falleció. La idea de tener relaciones con otra persona le causaba claustrofobia. Le hacía sentirse atado, ahogado. Pero ayudar a Paula ahora… En fin, había sido muy considerado por parte de ella no haberle contado a su hermana y a su madre el estado en el que le había encontrado seis meses atrás, les habría causado un ataque de pánico. No recordaba gran cosa de aquella noche; de estar con vida, habría sido el cumpleaños de Victoria, y la tensión le había provocado una migraña. Ocurría siempre. 


Pedro había ido a visitar a los padres de Victoria y, al volver a casa, le había entrado jaqueca. Le invitaban siempre y él había ido por consideración hacia ellos. Un deber que se había impuesto a sí mismo. Por sentirse culpable. En cierto modo, se arrepentía de haberle abierto la puerta a Paula aquella noche. Hacía media hora que había regresado a su casa, se había tomado una copa de vino y el alcohol le había provocado la migraña. Recordaba la llegada de Paula, con una sonrisa radiante, mirándole como un perrillo faldero con esos ojos castaños. Y recordaba su boca. No se le había olvidado, ni estando en coma. Era una boca llena, sensual… que le hacía pensar en el sexo. Con Paula. Algo impensable teniendo en cuenta que era la mejor amiga de su hermana pequeña. Había cosas que no se podían hacer, y esa era una de ellas. Además, no estaba interesado en tener relaciones con nadie. No quería preocuparse por el estado emocional de nadie. ¿Cómo iba a sentirse bien en una relación después del trauma del trágico final de Victoria? Aunque no había estado enamorado de ella, le había afectado mucho su muerte. Pero… ¿Qué iba a hacer respecto a Paula? Una de las pocas cosas que recordaba de aquella noche era el cabello castaño de Paula cosquilleándole el rostro al apoyar la cabeza en el hombro de ella. Un pelo que olía a flores de primavera. Y el contacto… No sabía si ella le había tocado a él primero o viceversa. 

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