miércoles, 3 de mayo de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 46

Estaba acostumbrado a encontrar gente en trabajos sin futuro y a darle su gran oportunidad. Todos se habían mostrado aturdidos por la incredulidad; cada uno había tartamudeado la promesa de dar lo mejor que llevara dentro, de justificar la fe depositada por Pedro en ellos, de hacer lo que fuera para no decepcionarlo. Ninguno se había tomado la noticia como algo corriente. Nadie se había lanzado a una crítica no provocada de su vida personal. Es decir, hasta ese momento. Se dirigió a la puerta, donde estaba Paula.


—Cariño —dijo con suavidad—, si hubiéramos dormido juntos, no te mostrarías tan agresiva ahora... en primer lugar porque te lo habrías pasado en grande, y en segundo lugar porque querrías repetirlo —le brillaron los ojos—. Pero yo no te esquivaría, Cinco Por Ciento, porque si me hubiera acostado contigo yo también querría repetirlo.


Con sólo mirarlo bastó para que se le aflojaran las rodillas... Lo cual no significaba que la situación no pudiera cambiar en dos segundos. Eso era lo que había que recordar de Pedro. Era implacable y cambiante como el mar, y jamás podías contar con algo que dijera. Esbozó una leve sonrisa. Quizá no pudieras contar con él, pero eso era mucho mejor que ver cómo le prometía una devoción eterna o una aventura de dos noches como con otras mujeres.


—Es lo que siempre dices —comentó, nada impresionada—, antes de acostarte con alguien. Luego te das cuenta de que ya no estás interesado, y si no estás interesado, ¿Para qué fingir? —le sonrió—. Será mejor que pares mientras vas por delante, Pedro. Jamás ganarás aquí. Te conozco desde hace mucho tiempo.


Pedro la miraba con una mezcla de diversión y exasperación.


—Si anoche hubiéramos seguido adelante, como a tí te gusta expresarlo, ya habría ganado. Aunque de momento tendremos que ponerlo en punto muerto—le pasó el dedo pulgar por la boca. Luego se encogió de hombros, rió y la besó.


Paula le devolvió el beso con entusiasmo. No duraría, desde luego, pero era encantador tener a Pedro actuando como si la encontrara irresistible. Sería horrible cuando buscara a otra mujer, pero quizá podría ser capaz de recordar las partes buenas. 


—En los próximos días seremos afortunados si conseguimos dormir veinte horas —explicó él—. No podemos permitirnos el lujo de perder tiempo, Paula, así que no personalizaremos. Debemos entregar un trabajo que tendrá que superar a un montón de gente con muchos más recursos que nosotros... Lo que significa que tendremos que exprimirnos los cerebros. Lo que a su vez significa que no podemos permitirnos distracciones. Ha de ser una relación puramente profesional, Paula.


—Lo entiendo a la perfección. La próxima vez que vea que estás a punto de besarme, te detendré, con educación pero con firmeza. ¿Quieres que me ponga ropa larga y recatada?


—Me gustaría que te pusieras a trabajar. Llama a Personal y pídeles que me busquen otra secretaria. Debe mostrar una disposición agradable y no molestarse por tener que levantarse antes del mediodía.


—Sí, señor Alfonso. Desde luego, señor Alfonso. Es usted tan maravilloso, señor Alfonso —repuso ella—. Veremos qué podemos hacer. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario