viernes, 19 de mayo de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 4

Pedro la miró como si fuera un objeto de estudio, como lo haría un científico al examinar algo a través del microscopio. Era la única persona que la miraba así y eso la ponía nerviosa. Era como si reconociera a la niña abandonada y asustada que ella había tratado de olvidar años atrás. La niña a la que nadie conocía. Nadie.


–Paula, estoy muy ocupado en estos momentos y… Le dió la caja de galletas.


–Toma, las he hecho para tí. 


Pedro agarró la caja.


–¿Por qué? 


–Son tus galletas preferidas. Están recién salidas del horno.


Pedro lanzó un paciente suspiro y dejó la caja encima de la consola de la entrada. Después, la llevó al cuarto de estar y le indicó con un gesto de la mano que se sentara en el sofá, pero él permaneció de pie.


–¿Qué es lo que quieres?


–Eres un poco brusco, ¿No te parece? Estás suponiendo que, por el hecho de haber venido a tu casa con unas galletas quiero algo a cambio –dijo Paula cruzándose de brazos.


Cuando los ojos azul oscuro de Pedro se clavaron en los suyos, Paula sintió un cosquilleo en el vientre. Él carraspeó y se pasó una mano por una mandíbula con barba incipiente. Le sorprendió verle así; normalmente, iba siempre afeitado. Pero no le desagradó, sino todo lo contrario. Lo que era aún más sorprendente, porque Paula había aprendido a no prestar atención a Pedro Alfonso. Era el hermano de su mejor amiga. Intocable. No obstante, estaba contemplando con excesiva admiración los bonitos rasgos de él. Los ojos azul zafiro de Luke estaban rodeados de pestañas negras bajo cejas igualmente negras, pero su cabello era castaño oscuro y, en esos momentos, lo tenía revuelto. Tenía anchas espaldas y caderas estrechas, y un abdomen con marcados músculos. Era un hombre de ensueño. Era un hombre digno de una escultura de Miguel Ángel.


–Paula, respecto a aquella noche… –dijo él.


–No he venido por lo de esa noche –lo interrumpió Paula–. Me interesa otra noche. La noche más importante de mi vida –Pauña respiró hondo y soltó el aire con fuerza–. Necesito que me hagas un favor. Necesito un novio, un prometido, por una noche.


Ya. Por fin. Había confesado.


Pedro se quedó inmóvil. Parecía de piedra. El mismo cuarto de estar parecía haberse quedado sin aire. Por fin, respiró hondo y se acercó al mueble bar.


–Voy a hacer como si no te hubiera oído. ¿Te apetece beber algo antes de marcharte? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario