lunes, 8 de mayo de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 51

Seis horas después la luz del sol entraba por la ventana y ella se hallaba del todo despierta, desvanecido el cansancio. Pedro yacía en su lado, con un brazo encima de Paula. Ella se puso de costado para mirarlo. Él se movió un poco pero no despertó. Toda su energía feroz se hallaba inmovilizada. Por un momento se entregó a la fantasía de que despertaba junto a Pedro el resto de su vida. Y como tendría todo el derecho a estar allí, lo besaría hasta despertarlo y observaría cómo abría esos ojos oceánicos, cómo sonreía... Suspiró. Tenía tantas posibilidades de que eso pasara como de dar un paseo por la luna. Era una pena... Porque formaban un buen equipo. Él necesitaba a alguien que no se sintiera deslumbrada por su dinero, su brillantez, su carisma, su atractivo y su encanto. «Bueno», pensó, «no tiene sentido preocuparse por cosas que no puedo cambiar». Lo principal era aprovechar al máximo las oportunidades. No pensaba recordar toda su vida que había tenido la posibilidad de despertar a Pedro con un beso y la había dejado pasar. Se acercó a él hasta que tuvo el rostro junto al suyo. Le rozó la boca con los labios. La barba le hizo cosquillas; sintió la boca caliente. Aumentó la presión de los labios, y él se la devolvió al tiempo que la encerraba con su brazo. Los gloriosos ojos se abrieron con somnolencia, aunque unos segundos después despertaban del todo. Él sonrió mientras concluía el beso. Se apoyó sobre un codo.


—Me sorprende que lograras contenerte tanto tiempo. Si hubieras podido verte la cara este fin de semana... Ahora comprendo lo que significa esa frase de «Lo devoró con la vista».


—Bueno, jamás prometí no mirar.


—Es cierto. ¿Te ha dicho alguien alguna vez que tus ojos son como dos láseres azules?


—No.


—Seguro que te obligaron a prometer que no miraras.


—Probablemente no necesitaban que... —se interrumpió con brusquedad, pero ya era demasiado tarde; él se abatió sobre ella como un halcón.


—¿Y eso? —preguntó Pedro—. ¿No me digas que el monstruo arrogante es tu sabor preferido?


—Es al que prefiero «Mirar».


—Eso me recuerda que tenemos algunas cosas inconclusas—musitó él.


—Si quieres que reescriba la presentación otra vez la respuesta es no.


—No me refería a esos asuntos —enarcó una ceja—. Siempre dije que no quería involucrarme con mi secretaria, pero jamás mencioné nada sobre especialistas en presentaciones. Más o menos prometí seducirte en cuanto el tiempo lo permitiera.


—Es verdad. Y yo prometí rechazarte. ¿Quieres que diga «Imposible» ahora o lo reservo para más adelante, cuando el tiempo te permita seducirme si yo estuviera preparada para seguirte la corriente? —Pedro abrió la boca pero ella continuó—: Debería advertirte de que si quieres que espere, puede pasar un tiempo antes de que recibas la mala noticia. Hablando como antigua secretaria que conoce tus métodos, en el futuro inmediato el tiempo no te permitirá seducirme aunque yo estuviera lista para cooperar... Lo cual no es el caso. Incluso como tu especialista en presentaciones, de vez en cuando tendré que oír tu voz.


Pedro abandonó lo que fuera que pensaba decir. Sonrió y la besó; fue un beso largo que la derritió. 

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