miércoles, 31 de mayo de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 21

Paula parpadeó. ¿Por qué iba ella a querer ser novia de Pedro? Él estaba allí solo por hacerle un favor y había puesto un límite: Dos horas. ¡Dos miserables horas! Lo que demostraba que no era su tipo. Pedro carecía de espontaneidad. Era tieso, formal, no sonreía nunca y no era en absoluto romántico. Era adicto al trabajo. Debía trabajar incluso mientras dormía. Eso si dormía. «Pero eso no quiere decir que no podáis ser amantes en la vida real». ¿Por qué había pensado eso? El problema había sido el beso. Luke besaba como un hombre con mucha experiencia. Había despertado en ella algo que no iba a desaparecer fácilmente. Pedro llevaba cinco años, solo, sin pareja. Ella nunca había tenido un amante y no podía buscarse uno mientras fingía estaba prometida con el hombre de su vida. ¿Por qué no Pedro? Ella no se tomaba el sexo a la ligera; sobre todo, teniendo en cuenta la vida sexual de su madre, caótica y por dinero. Pero… ¿Cómo iba a sentirse normal de seguir siendo virgen al cumplir los treinta o los cuarenta o incluso los noventa años? Sin embargo, si se acostaba con él, problema resuelto. Podría ser normal. Cuanto más lo pensaba, más le gustaba la idea. Era la solución perfecta. Lo único que tenía que hacer era convencerlo.  Pedro la apartó de una entusiasta pareja, lo que apretó más su cuerpo al de ella.


–¿Cuándo podríamos marcharnos? –preguntó él.


Paula echó la cabeza hacia atrás para poder mirarlo al rostro.


–¿No lo estás pasando bien?


Pedro hizo una mueca que podía pasar por una sonrisa.


–Se te está acabando el tiempo, Cenicienta.


Paula se mordió los labios y clavó los ojos en la pajarita de él. ¿Por qué Pedro le había recordado que su compañía tenía un límite de tiempo? ¿Qué significaba? Significaba que él podía resistirse perfectamente a sus encantos.


–¿Qué te pasa? –preguntó Pedro. 


Paula alzó la mirada y preguntó:


–¿Te parece que fuéramos a cenar a algún sitio después de marcharnos de aquí?


–¿Por qué? –preguntó él frunciendo el ceño.


–Porque todavía tengo hambre.


–Nos han dado una cena de cuatro platos y tú te has tomado mi postre también. 


Paula clavó los ojos en la boca de Luke y el estómago le dió un vuelco. No podía sobrevivir con solo un beso de él, quería más. Quería un banquete de besos. Y estaba segura de que, por la mañana, no iba a sentirse culpable.


–Todavía no tengo ganas de ir a casa. Hace siglos que no salgo por ahí y tú tampoco, me parece que no deberíamos desperdiciar la ocasión.


–Paula.


Ella cerró los ojos y suspiró.


–Está bien. Está bien. Lo he entendido. Las dos horas se han acabado y quieres volver a casa a trabajar. Olvida lo que te he dicho –Paula comenzó a apartarse de él para volver a la mesa, pero Pedro, agarrándola por la muñeca, la detuvo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario