lunes, 22 de mayo de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 9

 –¿Te toqué?


–Me rodeaste la cintura con un brazo mientras yo te llevaba a la cama – contestó Paula–. Después, pusiste la cabeza en mi hombro y me miraste como si fueras a besarme.


No se atrevió a mencionar que le había acariciado el rostro.


–Por favor, Pedro, no te hagas de rogar. Perdona por mentirte, no debería haberte dicho que me besaste. Pero me juego mucho en esa fiesta. Es solo una noche; después, todo se acabará y no volveré a pedirte un favor en la vida. Te lo prometo.


–¿Por qué es esa fiesta tan importante? ¿No es una más de esas fiestas a las que vas?


 –Sé que mi trabajo en una revista del corazón debe parecerte ridículo, pero da la casualidad de que la fiesta de mañana por la noche es el evento con fines benéficos más importante del año – declaró Paula–. Habrá una subasta secreta y también una subasta normal, un concurso con miles de libras en premios y una cena preparada por un cocinero famoso, y todo lo que se recaude irá para los niños en peligro de exclusión. Hay una cola de espera de tres a cuatro años para obtener entradas. Si no voy con mi supuesto novio, mi jefa me despedirá por habérmelo inventado. Y no puedo presentarme sin mi media naranja porque hemos sido nominados la pareja más famosa e influyente del año.


–Tarde o temprano tendrás que confesar públicamente que no tienes novio. 


Paula sabía que, tarde o temprano, tendría que decir que su novio y ella habían roto; pero sería mucho más fácil si Pedro fuera a la fiesta con ella. Incluso podría dedicar consejos respecto a las rupturas en las relaciones después de la fiesta. Confesar en público, ella, una supuesta experta en relaciones sentimentales, que no tenía novio y que era virgen sería un suicidio.


–¿Es que no lo entiendes, Pedro? Para romper con mi novio tengo que tener un novio. Con el tiempo, estoy segura de que encontraré a alguien. Pero antes tengo que ir a la fiesta.


Pedro puso cara de no poder creer aquello.


–Si no te importa, tengo trabajo.


Paula sabía que era la última oportunidad que tenía para convencerle de que la acompañara.


–Por favor, por favor, Pedro, te lo ruego. Solo un par de horas. Podrás marcharte pronto, nadie sospechará nada. Piensa en esos pobre niños que necesitan ayuda. Podrías cambiar su vida si te hicieras pasar por mi novio durante dos horas.


Pedro se la quedó mirando. Por fin, lanzó un suspiro de resignación.


–Está bien, tú ganas. Iré, pero dos horas a lo sumo. Y que te entre en la cabeza que esto no se va a repetir.


Paula sintió tal alivio que tuvo que hacer un ímprobo esfuerzo para no echarse a sus brazos. Y para no besarle, por tentador que fuera.


–Sí, sí, claro, por supuesto. Solo una noche. Te lo prometo.


Después de hablar cómo había que ir vestido a la fiesta y de quedar en que él fuera a recogerla a su casa, Pedro la acompañó a la puerta.


 –Y otra cosa –dijo él.


–¿Sí? 


–Voy a hacerme pasar por una persona que no existe, pero ahí acaba todo. ¿Entendido?


Paula se preguntó a qué se debería aquel comentario.


–Espero que no estés pensando que quiero casarme contigo, porque sería ridículo.


–Me alegra saberlo –contestó Pedro–. Hasta mañana, Cenicienta. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario