lunes, 1 de mayo de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 45

 —Claro que no, porque es imposible que alguien pueda funcionar con eficiencia como mi secretaria y, al mismo tiempo, desarrollar una presentación a este nivel. Pero tú sí has podido, ¿No? O, más bien, lo habrías hecho si hubieras incorporado la versión correcta. Ahora que veo lo que eres capaz de hacer, sería un idiota si te mantuviera como mi secretaria.


—¿No quieres que sea tu secretaria? Pensaba que no te podías arreglar sin mí.


—Siempre tuviste un precio excesivo como secretaria —sonrió—. Me parece que podré recuperar mejor mi dinero si te mando arriba... O mejor dicho abajo. Es probable que termines con un despacho en la novena planta.


Paula se agarró a la puerta para sostenerse. Por un momento pensó que se iba a desmayar. Pedro siguió hablando, explicando todo lo que creía que ella podía aportarle a la compañía si continuaba haciendo trabajos como el de la presentación. Hablaba de ella como lo hacía de los subordinados a los que consideraba realmente buenos de forma poco ortodoxa y a los que había contratado por el placer de que trabajaran para el brillante y famoso tratante de esclavos Pedro Alfonso. Bueno, podía ser divertido dejar de tomar dictados. Salvo que siempre estaba dictando, de un modo u otro. Por otro lado, se había divertido con la presentación. Además, no era como si no pudiera soportarlo. En el pasado había tenido la desventaja de saber que le había hecho algo terrible, pero ya no lo era, y estaría en una posición mejor para evitar que la avasallara.


—Suena interesante —comentó.


—Bien.


—Y una cosa buena que tiene es que nadie va a pensar que me acosté contigo para llegar a la cima. Si hubiera dormido contigo, nunca más me habrías hablado. 


—¿Qué? —exclamó él con un brillo ominoso en los ojos.


—Lo sabe todo el mundo —explicó Paula—. O al menos las personas que te conocen. Es evidente que las mujeres que te acaban de conocer no lo saben, pero después de acostarte con ellas lo entienden en uno o dos días.


—No es verdad. No puedo negar que he tenido aventuras de una noche... Casi todo el mundo las ha tenido en estos tiempos, pero no es la regla. Si la gente cree eso, se ha hecho una idea completamente equivocada de mí.


Paula le sonrió. Si no iba a ser su secretaria, no tenía por qué ser tan cortés con él. 


—Ya veo —repuso con escepticismo—. De modo que lo que estás diciendo es que en ocasiones te has acostado con una mujer y la has llamado al día siguiente.


—Bueno...


—A la semana —corrigió con generosidad.


—Sí.


—Aunque probablemente fue porque habías prometido que ibas a llamar y pensabas que debías hacerlo.


—A veces.


—¿Lo hiciste en alguna ocasión porque de verdad desearas llamarla? —enarcó una ceja—. Quiero decir, ¿Te sentiste decepcionado al no encontrarla? ¿No te sentiste decepcionado cuando contestaba?


—No puedo recordar ocasiones específicas —contestó tras una pausa en la que repasó los últimos años—. Pero eso no significa que no haya sucedido —se encogió de hombros—. No tiendo a analizar mis sentimientos cuando levanto el teléfono, Paula. A veces llamo, otras surgen cosas. Fin de la historia.


—Hmm—musitó ella—. Bueno, lo único que puedo decir es que si soy tan buena como tú crees, menos mal que no seguimos adelante. Tal como están las cosas, no vas a perder una secretaria, sino a ganar a un genio de las presentaciones. Si nos hubiéramos acostado juntos, algo me dice que por accidente habrías terminado perdiendo una secretaria.


En el transcurso de los años, Pedro había desarrollado la habilidad de reconocer el talento. Podía localizarlo en personas sin estudios formales, en personas con exámenes vergonzosos, en personas cuyos profesores y jefes deploraban una mala actitud. Alfonso Corporation se había adelantado a la mayoría de sus competidores por el impulso de las ovejas negras, cada una seleccionada por su perspicaz fundador. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario