lunes, 22 de mayo de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 6

Y entonces se preguntó… ¿Cuánto tiempo hacía que Pedro no se acostaba con nadie? ¿Había tenido alguna relación después de la muerte de Victoria? Cinco años de celibato eran muchos años para una persona acostumbrada a una vida sexual plena. Estaba segura de que así había sido. Los hombres tan atractivos como Pedro Alfonso no tenían que esforzarse para encontrar amantes. Con una sola mirada podía conquistar a cualquier mujer. Cuando llamó a la puerta del baño, Paula se cubrió los pechos con una toalla y abrió. Él le pasó un jersey de lana fina del mismo color que sus ojos.


–Es muy grande, pero no tengo nada de tu tamaño.


Paula agarró el jersey y se lo pegó al pecho, por encima de la toalla. 


–Carolina me dijo que creía que todavía tenías ropa de Victoria.


–¿Esto de hacerme pasar por novio tuyo es algo que Carolina y tú han fraguado? –preguntó Pedro, el azul de su mirada se tornó gélido.


–No. Ha sido idea mía, pero a Caro le ha parecido bien. Dijo que ya era hora de que hicieras algo a parte de trabajar. Y como ustedes son los únicos que saben que no tengo novio, eres, en cierto modo, el único que puede ayudarme.


–¿Y tu familia? ¿No lo saben?


Familia. Otro aspecto de su vida que había falseado. Ni siquiera Ella sabía la realidad de su infancia. Paula no tenía familia y no quería que sus amigos, y menos sus fans, supieran que se había criado en casas de acogida. La última familia con la que había estado había sido la mejor, pero tampoco había mantenido el contacto con ninguno de sus miembros después de salir del sistema de acogida. Ni siquiera su apellido era el verdadero porque tenía mucho que ocultar. No quería que nadie buscara en Internet y descubriera que su verdadera madre había sido una prostituta adicta a las drogas y que su padre biológico estaba en la cárcel por agresión con arma blanca. Estaba avergonzada de sus padres. No quería recordar su infancia, carente de cariño y seguridad. No quería. Era mejor guardar ciertas cosas en secreto.


–Claro que lo saben –respondió Paula esquivando la mirada de él–. Pero ellos no pueden hacer nada. Eres la única persona a la que le puedo pedir este favor.


–Lo siento, Paula, pero vas a tener que buscarte a otro.


A Paula se le olvidó el sujetador manchado de vino y devolvió el jersey a Pedro.


–Pedro, sé que lo has pasado muy mal estos últimos cinco años, pero… ¿En serio no te apetece salir una noche por ahí como hace la gente normal?


Pedro clavó los ojos momentáneamente en el sujetador de ella; después, alzó la mirada de nuevo. 

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