La muchacha se inclinó sobre la mesa. Su rostro estaba lleno de frustración.
–Era mi única oportunidad para dejar de tener miedo.
–... ¿Pero de qué tienes miedo?
–¡De hablar en público! Miss Showgirl incluye un curso para hablar en público. Nos dan clases, consejos... Pero ahora... ¿Cómo voy a ser abogada si no puedo hablar en público?
Pedro sintió que se quedaba sin aire. Debería haber hablado con ella, debería haber averiguado por qué significaba tanto para ella... Tenía razón. No confiaba lo suficiente en su hija.
–Cariño, yo...
–Crees que no puedo ganar.
Su voz sonaba dura, pero tenía un temblor que le partía el corazón.
–Crees que voy a hacer el ridículo, como creen todos los demás.
Pedro apretó los puños. ¿Quiénes eran todos los demás? Valentina salió corriendo de la habitación. Se oyó un portazo y entonces empezaron a oírse unos sollozos. Pedro cerró los ojos y se apretó un puño contra la frente. Su hija rara vez lloraba. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no ir a verla. Ella no querría verle. Lo había hecho todo tan mal... Tenía que arreglarlo. Se puso en pie. Agarró su sombrero y le quitó el polvo dándole un golpe contra el muslo. Sabía que Paula era la sobrina de Gloria Middleton. Si estaba en Dungog, podría encontrarla allí. Se puso el sombrero y se dirigió hacia la puerta.
De repente llamaron a la puerta de atrás. Paula levantó la vista de la revista que estaba leyendo. No llevaba mucho tiempo en casa, y todavía no se había recuperado de su encontronazo con Pedro Alfonso. «Vaya Neanderthal...», pensó para sí. Se puso en pie, abrió la puerta... Y se quedó de piedra al ver quién estaba al otro lado. Se le volvió a acelerar el pulso. Abrió la puerta exterior, se cruzó de brazos y apoyó un hombro contra el marco. No le invitó a entrar. Sabía cómo hacerse la dura y la soberbia.
–Bueno, bueno, pero si es el... Campesino.
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