viernes, 29 de abril de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 68

 –¿Y qué me dices de tí? ¿Has alquilado el local de la señora Lamley?


Ella se quedó boquiabierta y Pedro no tuvo más remedio que echarse a reír.


–Ese coche que casi me arranca la cabeza...


–¿Sí?


–Es de la señora Lamley.


Ella se rió.


–Bueno, sí. Ya he firmado el contrato de alquiler –levantó la vista. Sus ojos eran tan azules que le cortaban la respiración–. No me extraña que te haya dicho que voy a abrir una tienda de Paula Chaves.


–¡Aquí mismo en Dungog! –Pedro apretó las manos–. ¿Por qué, Paula?


Ella se echó hacia atrás. Miró hacia el horizonte con ojos distantes y entonces parpadeó.


–Me encantó hacer los trajes de Lola y de Valentina para el concurso de Miss Showgirl. Me hizo darme cuenta de que ya no lo hago muy a menudo. Y quiero hacerlo.


–¿Y bien? –le preguntó él. Se inclinó hacia delante.


–He hecho socia a mi mano derecha en la empresa. Ella se va a hacer cargo de Paula Chaves Designs en el día a día. Y mientras, yo me voy a dedicar a diseñar y a hacer ropa que me gusta. Tendremos que reunirnos una vez cada mes, y tendré que estar en Sídney para la semana de la moda de primavera y todo eso, pero... –levantó las manos y se encogió de hombros con elegancia.


Pedro se dió cuenta de que estaba allí para quedarse. El corazón le dió un salto de alegría. Había una nueva expresión en sus ojos, confianza en sí misma... Paz.


–Y quería darte las gracias.


–¿A mí? –le preguntó Pedro, poniéndose tenso.


–Tú me retaste a buscar la vida que quería tener. Casi no recuerdo la última vez que me he implicado en un proyecto con tanto entusiasmo. Ya sabes... Si no hubiera sido por el cáncer de mama, todavía seguiría en la carrera corporativa. Y probablemente todavía seguiría atrapada en una relación decepcionante con un perfecto idiota –se estremeció–. Tengo suerte de haberme librado de él.


Pedro se quedó estupefacto.


–¿Me estás diciendo que agradeces haber tenido ese cáncer?


–No sé si puedo decir tanto, pero no hay duda de que ha tenido una parte positiva –tragó con dificultad y se irguió.


–¿Y bien...? 


Pedro siguió prestándole toda su atención. Era evidente que aún no había terminado. Tenía algo importante que decirle.


–¿Y bien...?


–Me preguntaba si te gustaría cenar conmigo... –le miró y se encogió de hombros. 


Levantó una mano como si quisiera apartarse un mechón de pelo de la cara y entonces sonrió al darse cuenta de que no había nada que apartar. Le temblaba la mano.


Pedro se quedó paralizado durante unos segundos. ¿La chica de ciudad estaba nerviosa?


–Ya sabes... Como en... Una cita...

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