miércoles, 20 de abril de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 55

 –¡Hola, Pedro! Esto va a ser de lo más divertido, ¿No? -Dijo Fernanda.


Pedro forzó una sonrisa muy poco animosa.


–Desde luego.


Fernanda siguió dándole conversación con entusiasmo, pero Pedro solo oía alguna palabra que otra. El olor a sándalo e incienso le congestionaba la nariz y le hacía estornudar.


–¿Me disculpas un momento, Fernanda?


Se levantó y fue hacia los organizadores.


–¿Puedo añadir otra cosa más a la lista? –su sonrisa se hizo enorme a medida que el organizador apuntaba todos los detalles.


Paula no podría resistirse. La subasta tuvo lugar entre el primer y segundo plato. Cuando era posible, el donante era invitado a subir al podio para dar un pequeño discurso. Las pujas eran rápidas y animadas y Pedro hubiera disfrutado mucho de ellas si no hubiera estado atento en todo momento a la mujer que estaba dos mesas más adelante. Muy pronto le llegó el turno de ponerse al micrófono y de iniciar la puja por la revisión en el taller. Después llegó el lavado de coche.


–Y Pedro ha añadido una última cosa a la lista. Algo muy interesante, por cierto. Adelante, Pedro.


Pedro atravesó a Paula con la mirada. Ella llevaba toda la tarde intentando evitar el contacto visual con él, pero en ese momento no tuvo más remedio que mirarle.


–No lo saben muchos, pero tengo intención de comprar un hospedaje cerca de Chichester Road. La finca colinda con el parque nacional y es preciosa. Para la subasta de esta noche, ofrezco una habitación doble para un fin de semana, en el entorno más privilegiado. Podrán pasar dos días de relax con todas las comodidades. ¿Qué puede ser más interesante que eso?


Sin quitarle los ojos de encima a Paula, le hizo una seña al subastador para que comenzara. Ella le miraba con un gesto de perplejidad. Parecía agitada, como si hubiera estado corriendo. De repente sonrió. Una parte de Pedro entró en combustión. ¿Alejarse de ella? La idea casi le hacía echarse a reír. No iba a alejarse de ella. Y menos sin pelear.


–¿Es esa la puja final?


La exigencia del subastador le hizo volver a la realidad. Paula no había pujado. Se acercó al micrófono y la miró fijamente.


–Quisiera añadir que... –deslizó los dedos sobre el soporte del micrófono.


Ella siguió su mano con la mirada y tragó con dificultad. Él sonrió. Ella levantó la barbilla con ese aire altivo de una reina de hielo.


–Habrá una botella de champán a la llegada. Francés, por supuesto. Y... –levantó una ceja– un baño de spa con aceites aromáticos... Por no mencionar el fuego en el hogar.


Pedro tuvo que aguantar las ganas de reírse a carcajadas cuando Paula le fulminó con la mirada.


–Todas las comidas están incluidas, claro.


La puja empezó de nuevo. Pero Paula siguió sin levantar la mano. Pedro apretó los dientes, frustrado. 

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