viernes, 1 de abril de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 13

 –¿En tus...?


–Mis propios miedos –Pedro dejó la taza sobre la mesa. El miedo nunca saca lo mejor de un hombre, y parece que yo estaba empeñado en gritarle a alguien... Si hubiera sabido que estabas enferma...


–Por mí no hay problema. Como te he dicho antes, ahora ya estoy bien.


–Paula, lo siento mucho. Mi comportamiento ha sido terriblemente grosero.


–Disculpas aceptadas.


«Por favor, vete ya».


–He metido la pata y quiero arreglar las cosas.


–Conmigo no tienes nada que arreglar.


–Sí que tengo que arreglarlo, y también con mi hija.


Paula se echó hacia atrás.


–Y es por eso por lo que necesito que me perdones.


–¿Porque...?


–Porque quiero retirar todas las cosas que dije. Quiero que Valentina vuelva a ser admitida en el concurso, y te ruego que la ayudes como ibas a ayudarla.


Bebió un sorbo de té como si necesitara humedecerse la garganta después de tanto hablar. La miraba con insistencia por encima del borde de la taza... Paula recordó todas las cosas que había dicho del concurso... Había insinuado que era una pérdida de tiempo, una pérdida de talento, de inteligencia... Seguramente, también la creía estúpida a ella. Y, sin embargo, no podía negar ese extraño cosquilleo que sentía en su presencia. Era como si le ardiera la piel bajo esa intensa mirada.


–¿Y qué pasará la semana que viene si cambias de idea de nuevo? ¿Te presentarás aquí y aporrearás la puerta para gritarme más improperios?


–Claro que no.


–¿Quieres que me fíe de tu palabra? No sé qué pensar.


–Yo...


–¿Has cambiado de idea respecto a...? –ladeó la cabeza–. ¿Cómo lo llamaste? ¿Ese estúpido circo?


Él guardó silencio y ella se dió cuenta de que no había cambiado de parecer. Sin embargo, sí estaba dispuesto a dejar que Valentina participara. Se cruzó de brazos, intrigada...


–Si yo no hubiera interferido, si no hubiera perdido los estribos, todavía tendrías intención de ayudar a Valentina.


Paula tenía intención de ayudar a la chica. Eso no había cambiado, pero tampoco estaba de más dejar que Pedro Alfonso sufriera un poco.


–Pero ahora también tengo que batallar con un padre muy temperamental.


Él casi se levantó de la silla.


–¿Me va a gritar, señor Alfonso?


Él volvió a sentarse.


–No –murmuró–. Es que... Valen no debería pagar por el error que yo he cometido... Y llámame Pedro, Pepe, no señor Alfonso.


Paula le miró un momento. Casi sintió ganas de echarse a reír al ver cómo intentaba reprimir el mal genio.


–Yo tenía razón, ¿Verdad? Valen pensaba que no la creías lo bastante guapa para presentarse a un concurso como ese. Estaba en lo cierto, ¿Verdad?


Pedro frunció el ceño aún más.


–Estás disfrutando mucho con esto, ¿No?


–Bueno, a decir verdad, sí. 

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