lunes, 4 de abril de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 19

 -Pedro ha hecho bien las cosas desde entonces –dijo Gloria finalmente–. Su negocio ha prosperado mucho en el pueblo. Hace ocho años compró la estación de servicio que estaba junto al taller, y hace cinco compró un negocio de alquiler de maquinaria pesada. Prácticamente es el dueño de toda la manzana y debe de tener unos diez empleados. Se rumorea que quiere ampliar el negocio de alquiler de maquinaria. Hay una gran demanda por las minas, lo cual creará muchos puestos de trabajo más.


Paula sintió un repentino respeto.


–Como un tren y con buen corazón –dijo Gloria.


–Y además, rico y emprendedor –añadió Paula.


Gloria se rió  a carcajadas, tal y como esperaba su sobrina. Pedro Alfonso era todas esas cosas, pero no era para ella. 



El jueves, Paula llevó su coche al taller de Pedro. Si lo llevaba a otro sitio, el rumor no tardaría en llegarle, y no quería que pensara que le importaba lo que había pasado entre ellos. De pronto le vió emerger de debajo de un coche... Y no de cualquier coche. Era un deportivo espectacular. Al verla se quedó de piedra. Ella hizo lo que pudo para aparentar normalidad.


–Hola.


–Hola.


No la llamó «Chica de ciudad».


–No había nadie en recepción –dijo Paula, señalando detrás.


–La recepcionista está enferma.


–Yo, eh... –tragó y empezó de nuevo–. Me dijiste que te trajera el coche hoy o mañana. Espero que la oferta siga en pie –se mordió el labio inferior–. Debería haber llamado y haber pedido una cita.


–No, no –dijo él. Se puso en pie rápidamente y se limpió las manos con un trapo–. Puedo encontrarte un hueco.


Le quitó las llaves de las manos.


–¿Cómo te sientes?


Paula hizo una mueca. Sacó la barbilla y le fulminó con la mirada.


–¡Me siento genial!


Él la miró con ojos serios. Ella se cruzó de brazos.


–¿Y tú cómo te sientes?


Pedro tragó en seco y esbozó una triste sonrisa.


–Como un idiota. Lo siento, Paula. No quería decir eso... Me gusta lo que te has hecho en el... Pelo.


Le había cortado un poco el pelo a la peluca. Se había enfadado tanto consigo misma después de la discusión con él, que le había pedido a su amiga Soledad que le hiciera un corte de pelo más manejable. Pedro la había acusado de ser vanidosa, y lo cierto era que también había un poco de verdad en ello.


–Y a mí –le dijo, levantando la barbilla. Soledad se lo había cortado por encima de los hombros y le había hecho unas cuantas capas alrededor de la cara.


Por una fracción de segundo, llegó a pensar que Pedro tenía intención de tocárselo. Retrocedió, con el corazón desbocado.


–¿Cuándo estará listo el coche?


–Mañana por la tarde, ¿De acuerdo?


Ella asintió, dio media vuelta y huyó de allí. La opinión de Pedro había empezado a importarle demasiado de repente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario