miércoles, 20 de abril de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 54

Gloria siguió su mirada.


–Es un hombre muy guapo.


Y la miraba fijamente. Incluso desde el otro extremo de la habitación podía sentir su mirada en la piel. Paula le dió la espalda. De pronto se daba cuenta de que se había puesto ese vestido de seda rojo para él. Se mordió el labio inferior, consternada.


–Pedro Alfonso es muy guapo –dijo, abanicándose la cara con la mano–. Pero también es exasperante.


Gloria se rió.


–Eso suena prometedor.


–No te creas. Pero sí hay algo que sé seguro.


–¿Y qué es?


–No podemos desperdiciar toda esta atención. Sígueme. 


Pedro trató de espabilarse. Se había quedado hechizado mirando a Paula. Sacudió la cabeza varias veces. Siempre estaba preciosa, pero esa noche estaba sencillamente espectacular. Parecía una sirena de oro vestida de rojo. Se aflojó el cuello de la camisa y se obligó a apartar la vista, pero los ojos no le obedecían. Lo único que podía hacer era devorarla con la mirada. Ella no le había saludado. Se había dado la vuelta. Y él era el único culpable de eso, por la forma en que la había tratado la semana anterior. Al darle la espalda, no obstante, le había enseñado el muslo accidentalmente, a través de la generosa abertura del vestido. Lo único en lo que Pedro podía pensar era en rozarse contra la deliciosa curva de su trasero, besarla detrás de la oreja... Su risa suave y clara, y la de Gloria, algo más grave, llamaron su atención de nuevo. «Está fuera de tu alcance», se dijo.


Gloria y Paula se dirigieron hacia la mesa donde se exhibían los artículos que iban a entrar en la subasta. Pedro no pudo evitar ir hacia ellas. No le gustaba en absoluto la forma en que Pablo Pengally miraba a Paula, como si estuviera tratando de memorizar la longitud de sus piernas, ni tampoco la manera en que Javier Bourke la tocaba en el brazo para llamar su atención. Apretó los puños, y los dientes. Todos los hombres se la comían con la mirada. Además, ella no estaba haciendo ningún esfuerzo por pasar desapercibida.


–¡Oh, tía Gloria, esa tarta!


Pedro miró hacia la tarta. Parecía deliciosa, pero tampoco tenía nada especial.


–La ha hecho la madre de Lola, y es una auténtica artista – siguió diciendo Paula–. Es una sachertorte alemana. Espero que quien la gane me invite al postre.


Pedro se dió cuenta de que todos los hombres se volvían hacia ella. Se pasó una mano por el pelo y trató de calmarse. Le había dicho que no se rendiría, pero lo había hecho. Se había rendido ante el primer obstáculo... Si iba a tomar el postre con alguien esa noche, sería con él. El maestro de ceremonias pidió a los invitados que tomaran asiento. Sintió ganas de darle una patada a la silla. ¿Por qué no lo había preparado todo para sentarse con Paula y con Gloria? Por suerte, en su mesa solo estaban los miembros de la cooperativa... De repente la oyó reírse a carcajadas. Al parecer, Adrián Craig acababa de decirle algo muy gracioso. Un momento después, Benjamín Logan la saludó con la mano. Ella le contestó con una sonrisa y dibujó la palabra «Hola» con los labios. Estaba flirteando... Le había dicho que no estaba preparada para tener algo romántico y él se lo había creído todo. Apretó los puños y empezó a golpear el suelo con el talón. Se volvió justo cuando alguien se sentaba a su lado. 

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