lunes, 18 de abril de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 47

 –Cena conmigo.


–Yo... –el cambio de tema la pilló desprevenida.


–No como amigos. Te estoy pidiendo una cita.


Paula se quedó boquiabierta.


–¿Por qué?


–Porque me gustas. Me gustas mucho. Quiero besarte de nuevo. Siempre quiero besarte. Quiero ver adónde puede, podemos, llegar.


–¡No!


–¿Por qué no?


–Pedro, vuelvo a Sídney dentro de dos semanas.


–¿Y? No es el fin del mundo. Podríamos seguir viéndonos. A lo mejor no tanto como quisiéramos, pero ya se nos ocurriría algo. Si las cosas van más en serio, yo podría irme a la ciudad, o tú podrías venirte aquí.


–¡No! –se puso en pie, temblando de los pies a la cabeza–. No soy la mujer adecuada para tí.


Él se puso en pie lentamente y la recorrió con la mirada hasta llegar a sus ojos. Blair se estremeció.


–Pero ¿Por qué dices eso? –esbozó una media sonrisa.


–Tú quieres más niños –dijo ella atropelladamente–. Yo no puedo tenerlos. ¿Qué te parece eso para empezar?


–No está mal. Pero, como dije antes, hay otras posibilidades.


–Pero yo no estoy preparada para acogerme a ninguna de ellas –Paula tragó con dificultad.


–Eso es algo que tendremos que renegociar sobre la marcha si las cosas van más en serio.


Paula sacudió la cabeza, decidida a ignorar la descarga de emoción que la sacudía por dentro.


–No.


–Sí –dijo él, manteniéndose firme.


–¡No estoy preparada para mantener una relación! Necesito tiempo.


–Yo estaré encantado de darte todo el tiempo que necesites, Paula. No te estoy pidiendo que te metas en la cama conmigo directamente. Ni tampoco te estoy pidiendo que te cases conmigo. Solo te estoy pidiendo que salgamos a cenar un día. Te recogeré en casa, iremos a cenar a un sitio bonito, y quizás a bailar después. Te llevaré a casa, te acompañaré hasta la puerta, te daré un beso de buenas noches.


La escena que había descrito era tan gráfica que casi podía verla.


–Y entonces me iré a casa.


Todo parecía tan sencillo... De repente vio la cara de horror de Santiago otra vez. Dió un paso atrás.


–Gracias por la invitación, Pedro, pero no.


Antes de dejarla para siempre, Santiago le había dicho que los hombres eran criaturas muy visuales.¿Visuales? Sin duda. ¿Criaturas? Bestias, más bien.


Pedro dió dos pasos adelante hasta que sus cuerpos casi se tocaron. Su calor la rodeaba.


–Dices que no quieres que el miedo gobierne tu vida. A veces hay que enfrentarse al miedo.


Ella sacudió la cabeza.


–Necesito tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario