viernes, 8 de abril de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 28

Las chicas se adelantaron enseguida. Gloria caminaba después de ellas a un paso más lento. Paula se arrodilló de nuevo sobre la manta y recogió todas las cosas de la comida. Cuando terminó, salieron hacia la presa.


–Respecto a ese beso, Paula –le dijo Pedro, aclarándose la garganta.


–Preferiría que no habláramos de ello –dijo ella en un tono cortante.


Él se debatió durante unos segundos, abriendo y cerrando los dedos de forma nerviosa.


–Lo siento. No quería que llegara tan lejos.


Ella no dijo nada.


–Yo... –odiaba sentirse tan torpe. Odiaba las señales equívocas que le mandaba una y otra vez. La hizo detenerse–. Solo quiero que no te lleves una... Impresión equivocada.


Ella se le quedó mirando. Apoyó las manos en las caderas.


–Será mejor que me expliques eso.


–No quería que ese beso llegara tan lejos. Perdí un poco la cabeza. Y... Yo, eh... No quería dar la impresión de estar buscando algo serio o...


Ella resopló.


–Lo llevas claro, campesino, si crees que me puedes engatusar con un beso.


Él hizo una mueca.


–No me he expresado bien. Solo quiero que los dos tengamos las cosas claras. Eso es todo.


–Oh, tenemos las cosas claras. Pero para que estén totalmente claras, debes saber que lo último que yo quiero en este momento es una relación seria. Y mucho menos una aventura. Además, aunque estuviera interesada en una relación a largo plazo, tú eres el último hombre con el que querría tener esa relación.


Pedro levantó la cabeza al oír eso.


–Eso ha sido un poco duro, ¿No?


–¿Quieres creer que eres un soltero de oro? Adelante, pero no lo eres. En el fondo eres un hombre de familia.


Pedro se quedó de piedra.


–Y sabes que aún quieres tener esa gran familia.


Él apretó los puños. Sabía que ella tenía razón. A pesar de lo que le había dicho, no había renunciado a ese sueño, no del todo. Pero si alguna vez volvía a embarcarse en la aventura del matrimonio, se aseguraría de que su pareja compartiera sus mismos valores y puntos de vista.


–Tú y yo... No tenemos nada que ver, Pedro. Queremos cosas distintas. ¿Una gran familia? –sacudió la cabeza–. Soy la última mujer del mundo que querría tener una familia numerosa.


–¿Por qué no? –le preguntó él, cruzando los brazos. No sabía por qué se lo estaba preguntando, pero sentía la necesidad de discutir con ella.


–Bueno, para empezar, la quimioterapia suele afectar bastante a la fertilidad de una mujer –trató de sonreír, pero él vió lo mucho que le costaba.


–Lo siento mucho, Paula.


–No es culpa tuya –ella se encogió de hombros.


–Pero hay otras formas... Adopción, fecundación in vitro...


–No, Pedro, por favor... Déjalo...


–Tengo treinta y cuatro años y no quiero criar solo a mis hijos.


–¡Pero tú no tienes esos problemas! –Paula respiró hondo y todo su cuerpo se estremeció–. Soy feliz con lo que tengo y eso tendrá que ser suficiente –arqueó una ceja–. Bueno, ahora sabemos que lo tenemos todo claro, ¿No?


–Sí –Pedro se irguió y le puso un brazo alrededor de los hombros.


Echaron a andar hacia la presa.


–No tienes nada en contra de tener amigos, ¿No?


–Nada en absoluto –contestó ella.


–Bueno, muy bien –le dijo él, por decir algo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario