miércoles, 27 de abril de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 64

 –¡Hola! –hizo lo que pudo para sonar entusiasta.


Las dos chicas se sentaron con desgana frente a la mesa.


–Hola, papá.


–Hola, señor Alfonso.


Nada más verles las caras, puso leche a calentar para preparar chocolate.


–¿Qué tal la clase?


–Genial –dijo Lola.


–Increíble –añadió Valentina.


–¿Y por qué esas malas caras?


–¡No tenemos mala cara!


Él arqueó una ceja.


–Es solo que...


–Hemos hablado... –dijo Lola, tomando el relevo–. Hemos hablado de un tema muy serio hoy. Y tengo la cabeza...


–¿Un tema serio?


Las dos chicas asintieron.


–¿Y no me lo van a contar?


Volvieron a asentir.


–Sí, pero antes...


De repente, Valentina le pareció más niña que nunca. Su cara triste y tierna le llegaba al alma.


–¿Y bien? 


–¿Podemos tomarnos el chocolate primero, papá?


Les terminó de preparar el chocolate y echó tres nubes en cada taza.


–Aquí tienen.


Les puso una taza a cada una delante.


–Beban todo.


Agarró su propia taza y se sentó frente a ellas.


–¿Y bien? Esta noche ha sido increíble, genial... –repitió, instándolas a hablar.


–¿Sabías que una de cada tres mujeres en el mundo occidental desarrolla un cáncer de mama, y que esa es la segunda causa de muerte entre las mujeres australianas después de las enfermedades coronarias?


Pedro lo sabía. Cuando Paula le había dicho que había tenido cáncer de mama, había investigado un poco acerca del tema. Pero eso no se lo dijo a las chicas.


–¿En serio?


–¿Sabías que Paula tuvo cáncer de mama?


–Sí.


–Nunca nos lo dijiste –susurró Valentina.


–No estaba guardando un secreto, chicas. Simplemente intentaba respetar la privacidad de Paula. Creo que es mejor que ella misma se los haya contado, ¿No?


Valentina se lo pensó un momento y luego asintió.


–Nos dijo cómo examinarnos el pecho para buscar bultos –dijo Lola.


–Es muy valiente –añadió Valentina, suspirando.


–Se quitó la peluca para enseñarnos cómo le ha crecido el pelo tras el tratamiento.


–Y nos enseñó sus cejas y pestañas falsas. Fue increíble.


–Nos dijo que a partir de ahora quiere diseñar ropa para mujeres de verdad, no solo para modelos.


–Dijo que la vida es demasiado corta y que hay que dar lo mejor todas las veces. Nos dijo que debemos seguir nuestros sueños.


–Porque aunque nunca lleguemos a conseguirlo, por lo menos sabremos que lo hemos intentado. Y eso es importante.


Pedro no podía estar más de acuerdo.


–Y nos dijo que no olvidáramos decirles a las personas que amamos, cuánto las amamos. Papá, te quiero.


–Señor Alfonso, yo también le quiero. 


Pedro se puso en pie y le dió un abrazo a cada una.


–Te quiero, Valen... Te quiero, Lola –les dió un beso en la frente.


El corazón le latía a cien por hora.


–Realmente parece que la clase de hoy fue muy especial.


–Ya lo creo.


–A lo mejor me paso mañana a ver a Paula para darle las gracias.


–No puedes –dijo Valentina de pronto, agarrando su taza.


–Ha vuelto a Sídney esta noche –le explicó Lola–. ¿Podemosllevarnos las bebidas al salón?


Pedro asintió. Estaba tan sorprendido que no atinó a nada más. Se desplomó en su asiento. Paula había vuelto a Sídney... Evidentemente, había decidido volver a su vida de antes, perseguir esos sueños de los que les había hablado a las chicas. Una vida y unos sueños que no le incluían a él. Se obligó a ponerse en pie, lavó la taza y se fue a la cama. No había nada más que hacer. 

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