miércoles, 28 de agosto de 2019

Te Quiero: Capítulo 62

—De modo que de pronto me he encontrado envuelta en un verdadero dilema. Pero la cosa es… —ella volvió a mirarlo—… que todavía tengo que pellizcarme para creer que todo esto es real.

—¿Has pensado en lo que te dije? —preguntó él.

—¿En lo de que si me convertía en tu amante, comprarías sólo una parte de Wattle Creek? Créeme, para pensar que eso es real, tendría que hacer mucho más que pellizcarme. Estoy segura de que eso fue algo que dijiste sin pensar…

Él se echó a reír.

—Es cierto que yo estaba algo enfadado cuando lo dije. Aunque… eso resolvería las cosas.

Oír eso le causó una gran impresión a Paula, casi tanta como cuando lo escuchó por primera vez a la orilla del río. Sólo que aquello fue distinto, pensó con amargura. Actualmente ya no estaba dispuesta a volverse a despertar sintiéndose profundamente enamorada de ese hombre, que sabía inalcanzable para ella… «Porque aunque haya roto con su prometida, yo no estaría nunca dispuesta a convertirme en su amante… Me parece una idea despreciable».

—Gracias —dijo ella con tono calmado—, pero la respuesta es no. Estoy segura de que eso no funcionaría.

—¿Aunque apenas podamos estar juntos sin echamos el uno encima del otro? Eso es un poco extraño.

Ella comenzó a enfadarse.

—¿Es eso lo que crees? Quiero recordarte algo que me dijiste una vez… Esto no es un duelo para ver quién domina a quién. Y lo que me propones me parece que es incluso peor que un chantaje.

Él se quedó mirándola pensativamente durante un largo instante.

—¿Y qué es lo que propones?

Ella respiró hondo.

—Lo único que puedo hacer es ceder —dijo, cerrando los ojos. Luego se forzó a abrirlos de nuevo para enfrentarse a él—. No me opondré a la venta de Wattle Creek.

Él arqueó las cejas.

—Eso nos dejaría en terreno neutral, Paula —dijo él—, pero eso no fue lo que me dijiste una vez.

—No estoy interesada en ponernos en ningún terreno neutral. Y lo que te dije acerca de que tendría que ser arrastrada, mientras gritaba y pataleaba… Bueno, no pienses que no voy a gritar por dentro, pero… sé que no es bueno anteponer un lugar a la gente.

—¿Así que convertirte en amante de un hombre al que quieres es un precio demasiado alto incluso para conservar Wattle Creek?

—Así es… sencillamente.

—Bueno, la verdad es que me parece admirable. Bebe un poco más de cóctel — sugirió él—. Seguro que te sienta bien.

—Quizá me atragante… ¿Qué quieres decir con que te parece admirable? ¡Si fuiste tú quien lo sugirió!

Él se encogió de hombros y sonrió con ironía.

—Tengo el presentimiento de que serías una amante que me daría muchos problemas. Pero, en cualquier caso, yo no quiero ninguna amante. No soy de esa clase de hombres —murmuró él.

Paula se puso en pie.

—Pedro Alfonso, si sólo estabas probándome, sí crees que tienes derecho a probarme de ese modo… ¡Oh! Te mataría.

—Eso no es ninguna novedad —dijo él, sonriendo ligeramente—. A propósito, que una vez aclarado todo, deberíamos cocinar esa obra maestra de la que habíamos hablado.

Pero Paula parecía paralizada. Se había puesto blanca y tenía los ojos muy abiertos y oscuros. Él se levantó rápidamente y se acercó a ella.

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