miércoles, 7 de agosto de 2019

Te Quiero: Capítulo 16

—No, Pedro. No hasta que te conozca mejor. Y aún así, no sé si eso podría suceder.

—¿Y por qué no?

—Bueno… —ella parecía un poco indefensa—. Todavía no sabemos si nuestras vidas podrían llevar un rumbo paralelo.

—¿Quieres decir que todavía no sabes si yo encajaré en Wattle Creek?

Ella se encogió de hombros.

—Y vivo aquí y tú en Charleville.

—No me refiero a eso, Paula, y creo que tú ya lo sabes.

—Pedro… —ella sacudió la cabeza—. No puedo… Por favor… Me estás poniendo nerviosa.

Él se quedó mirándola fijamente. Luego volvió a tocar con su mano la mejilla de ella. Pero fue un contacto breve.

—Vete a la cama. Pero… ¿Estamos de acuerdo en lo de no precipitamos?

—Yo… sí. Pero no puedo irme a la cama así. En cualquier caso, tú deberías ser el que…

—¿Qué quieres que hagamos?

—Podemos recoger los platos, cerrar todo, apagar las luces y luego yo quería planchar.

—¿En serio?

—Bueno… —dudó ella—. Quizá lo de la plancha pueda esperar, pero el resto no.

—Yo haré el resto.

—¿En serio?

—Claro que sí. Te dije que estaba acostumbrado a hacer las tareas de la casa.

—Lo sé, pero…

—Y además, me he pasado casi todo el día en la cama, así que no tengo nada de sueño. Sin embargo, tú no te tienes en pie. A propósito, esa es una de las cosas que olvidé añadir a la lista de tus virtudes señoriales. Sabes cantar muy bien.

Ella sonrió.

—Deberías haber visto tu cara cuando te ofrecí hacerlo.

—Es que me sorprendiste un poco.

—Pues yo te aseguro que no voy a necesitar ninguna nana para dormir. Bueno —dudó de nuevo—. Si estás seguro…

—Completamente seguro. Yo recogeré los platos y apagaré las luces —dijo él, mirándola con cierta ironía.

Ella se sonrojó, aunque se recuperó de inmediato.

—Buenas noches, señor Alonso —dijo ella, en tono de broma, tendiéndole la mano.

—Buenas noches, señorita Chaves —replicó él, dándole la mano.

—No trabajes demasiado —le advirtió ella—. Tienes que cuidarte.

—Lo haré.

Él dejó libre la mano de ella y se quedaron mirándose fijamente el uno al otro durante un buen rato. Hasta que Paula se dió la vuelta y se marchó.

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