viernes, 30 de agosto de 2019

Te Quiero: Capítulo 68

Paula tragó saliva y se echó hacia un lado el flequillo.

—¿Me creerías si te digo que yo no soy ningún mujeriego y que soy un hombre normal que no sabía nada del amor hasta que entré en tu rancho y te conocí? Y tampoco soy el hombre de negocios sin escrúpulo que tú supones. Yo no podría soportar la idea de que te tuvieras que ir de Wattle Creek, Paula. Así que si tú lo deseas de verdad, podríamos dar a nuestros hijos un apellido compuesto.

La muchacha parpadeó y sus labios esbozaron una sonrisa.

—Eso es muy generoso. ¿Me estás pidiendo que me case contigo, Pedro?

—Sí. Pero creo que tú también querías decirme algo.

—Sí —la muchacha tomó aire y se estremeció—. Quería decirte que a pesar de tu oferta no podría quedarme aquí. No soportaría tener contigo una relación meramente profesional. ¿Entiendes? Me dí cuenta de que perder Wattle Creek no significaba tanto para mí comparado con… el hecho de pensar que yo era para tí una especie de intercambio. Del tipo: ganas algo y pierdes algo.

—A esas cosas me refería, Paula, cuando te decía que estoy aprendiendo a dejar a un lado algunos aspectos de mi ego. Además, quiero recuperar la credibilidad para tí. Amor mío, ¿Estás segura? Tengo que admitir que a veces puedo ser muy cruel…

—¿Crees que no lo sé, Pedro Alfonso? Pero la verdad es que nunca había cantado antes a un hombre para que se durmiera… quizá sea sólo eso —murmuró débilmente.

Entonces ambos se abrazaron riendo y se besaron con pasión.

—¿Puedo llevarte a un sitio? —quiso saber Pedro.

—¿Ahora mismo?

—Sí, ahora mismo.

El hombre se levantó y la tomó de la mano para llevarla al coche.

—Aunque mi tío Arturo va a preguntarse qué estamos haciendo…

Se detuvieron debajo de los enormes gomeros que bordeaban el río Wattle. Pedro la miró con los ojos brillantes y una expresión traviesa.

—No creo que tu tío se extrañe.

Salieron del coche y Pedro la tomó en sus brazos.

—¿Qué quieres decir?

—Sabía que iba a pasar algo… no esto precisamente, pero…

—¡Se lo dijiste!

—Le dije que me gustaría mucho conseguir de nuevo tu confianza, Paula. También he traído a mi madre, se muere de ganas de conocerte. Tu tío está dándole un paseo en el Land Rover por todo el rancho.

—Eres un canalla. ¿Cómo estabas tan seguro de que yo…?

—No lo estaba, amor mío —la expresión de Pedro se volvió seria—. Pero no iba a dejarte escapar sin intentarlo todo antes.

—Pedro, ¿De verdad significo… soy…?

Pero él la abrazó con tanta fuerza que ella apenas podía respirar.

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