viernes, 30 de agosto de 2019

Te Quiero: Capítulo 71

—Creo que eso sería… demasiado para mí. No tenía ni idea de lo que iba a suceder, ¿Me entiendes? —dijo suavemente Paula.

—Bueno, aquí es donde yo tengo ventaja sobre tí, Pau Chaves. Yo sí sabía que iba a pasar esto… Lo nuestro no podía acabar de otro modo. Y es más, estoy  seguro de que esto no cambiará nunca.

Los ojos de Paula parecieron bailar por unos segundos.

—Me parece que has pasado de ser una persona bastante escéptica a todo lo contrario, Pedro Alonso.

—Me preguntaba si alguna vez volverías a llamarme así.

—Yo… estoy recordando la nota tan impersonal que me dejaste en tu casa de Mermaid Beach y cómo, al ver tu firma, deseé fervientemente que fuese una señal de complicidad.

—Yo también deseé fervientemente que te fijaras en la firma.

—No sólo me fijé, sino que además la besé, antes de romper la nota.

—Te creo, Paula.

Y de nuevo se echaron ambos a reír. Poco a poco. Paula comenzó a recuperarse y a sentir que estaba preparada para enfrentarse al mundo real. De pronto, Pedro la tomó de la mano y la llevó de nuevo al río.

—¡Oh, no! —gimió ella—. ¡Aquí es donde todo comenzó!

—Confía en la sabiduría del río Wattle —aconsejó, mientras comenzaba a echar agua sobre ambos.

Poco después encontraron una vieja toalla en el maletero del coche con la que se secaron. Finalmente se vistieron. Luego, justo antes de entrar en el coche. Pedro la tomó de la mano.

—Has dicho hace un momento que yo era antes un escéptico, Paula.

—Sí…

Pedro observó unos segundos a Paula, también se fijó en los rayos de sol que se filtraban a través de las copas de los árboles. Escuchó el sonido de los pájaros y el murmullo del río.

—Pues tengo que decirte que nunca he creído en nada tanto como en tí.

—Pedro, te amo —replicó ella—. Y ésta es nuestra casa.

Pedro levantó la mano de ella y se la besó. Luego ambos se miraron sonrientes.

—No —dijo él.

—No —repitió ella—. Debemos ser fuertes. Piensa en mi pobre tío y en tu pobre madre esperándonos en casa.

—Lo… lo estoy intentando. ¿Sabes? Me va a dar mucha alegría demostrar a mi pobre madre, que no es tan pobre y sí demasiado entrometida y dominante, que está equivocada. Ella está convencida de que soy un cínico y un caprichoso. Y piensa también que nada es capaz de ilusionarme.

—Pues hablando de ello, para mí será estupendo demostrar a mi tío que no soy tan egoísta ni tan rara que sólo pueda dedicarme a pintar flores y cuidar de un rancho.

—¿Vamos entonces?

—Vamos —contestó Paula alegremente.




FIN

1 comentario: