miércoles, 21 de agosto de 2019

Te Quiero: Capítulo 48

Paula cerró la boca y tragó varias veces antes de contestar.

—Sí —contestó finalmente—. Fue por una cuestión de rapidez. El especialista que lo atiende trabaja allí y él lo arregló todo —la muchacha hizo una pausa y frunció el ceño—. Habría preferido el Hospital Rockhampton Base; tengo amigos allí y está más cerca, pero… lo importante es que vaya donde mejor lo atiendan.

—No te preocupes. He ofrecido llevarle en mi avioneta, así no tendrás que conducir hasta Rockhampton o Longreach y tomar un vuelo comercial. Por otro lado, tengo una casa en Mermaid Beach. No sé si conoces esa parte bien, pero Mermaid Beach está cerca de Tugun y John Flynn.

—Oh, no podría aceptar —contestó Paula, con verdadera tristeza y agitación—. Quiero decir, muchas gracias, pero…

—Sí, claro que puedes —contestó él, con un tono de voz suave—. Tu tío cree que es una gran idea y es lo menos que puedo hacer a cambio de todo lo que habéis hecho por mí. Puedes disponer de la casa, si lo deseas.

Arturo Chaves entró a la cocina en ese momento. Paula vió en su rostro que el hombre estaba ya mucho más tranquilo.

—¡Están aquí! Pau, Pedro ha sido muy amable…

—Me lo acaba de contar, tío Arturo —contestó, intentando hablar con entusiasmo—. Yo… le estoy muy agradecida.

Un día después, Williams los llevó en la avioneta a Coolangatta, en el sur más lejano de Golden Coast, donde tenían un coche alquilado a su disposición. Arturo ingresó en el hospital John Flynn. Paula estuvo varias horas haciéndole compañía, hasta que él le aconsejó que se fuera a casa y descansara. La operación estaba programada para la mañana siguiente.

—Estaré aquí antes de que entres en el quirófano —prometió, después de darle un beso de despedida.

Casualmente, ella conocía aquella zona debido a que había pasado unas vacaciones allí cuando estudiaba en la universidad. Así que no fue un problema conducir hasta Mermaid Beach desde Tugun. Adrián le había dado las llaves, a pesar de que ella había considerado la posibilidad de quedarse en un hostal. Pero para hacer eso tendría que haber facilitado al hospital un número de teléfono de contacto diferente y con ello, su tío podía haber sospechado algo sobre su verdadero estado de ánimo. Y su estado de ánimo no había mejorado al descubrir que la dirección de Pedro en Mermaid Beach, correspondía a una zona de lujo. Una zona pequeña y exclusiva a pie de playa.

Paula contuvo la respiración cuando dio la vuelta a la llave. Era una casa de dos plantas de color gris y paredes de estuco. Y, como ya se esperaba al conocer su ubicación, la vista del mar desde allí era magnífica. Los suelos de mármol de color champán se extendían hasta unos enormes ventanales y una terraza, que daba al océano. La casa tenía sofás suntuosos de color melocotón, espejos elegantes, paredes lacadas de color verde oscuro y mesas y alfombras exquisitas procedentes de Persia. El sol se estaba poniendo detrás de la casa y el mar estaba tranquilo. El color del mar era azul, con algunos matices rosas y las olas blancas rompían en la playa perezosamente. Dejó su bolsa de viaje y se dirigió a uno de los ventanales. Lamentó no haber llevado un traje de baño porque sabía que un baño en el mar era justo lo que necesitaba en ese momento. Entonces se dió la vuelta y trató de imaginarse allí a Pedro. Pero lo que imaginó inmediatamente fue a Laura Foster. Parecía el lugar ideal para su belleza vibrante y su cuerpo elegante. Se mordió el labio y decidió pensar en otra cosa. Pero no se le ocurría nada y se concentró en el presente. Adrián le había dicho que había una habitación para invitados en la planta baja, así que se fue a buscarla. También le había dicho que la señora de la limpieza iba diariamente y dejaba comida en la nevera si se esperaban invitados. Y, por supuesto, que la usara sin ningún problema. Por último, le dijo que encontraría un plano del sistema de seguridad en la cocina.

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