lunes, 12 de agosto de 2019

Te Quiero: Capítulo 28

Los ojos azules de él parecían divertidos, pero había algo más en su interior que ella no pudo identificar, o eso pensó, pero un segundo después lo descubrió. Era el brillo del desafío.

—Depende de tí —la mirada de ella también se volvió, de repente, fría y desafiante.

—Nunca dejaré que digan que no aprovecho el momento —replicó él con ironía.

De repente, entre ellos, el ambiente se llenó de una tensión diferente. El juego desapareció. Y no porque ella hubiera estado jugando o por lo menos no hasta que se sintió directamente atacada. Pero también desapareció toda idea de amistad. Fue como si una cierta hostilidad amenazara el aire, llenándolo de una fuerza y deseo primitivos. A ella no se le escapaba la intensidad e intimidad de la mirada con que Pedro la observaba. Era como si su cuerpo, moldeado bajo la ropa mojada, fuera tomando forma en la mente de él, sin el obstáculo de ninguna prenda. Eso hizo que ella se estremeciera, pero no de frío. Era como si una corriente eléctrica la hubiera atravesado.

A Paula le sorprendía poder sentir aquello sin ningún contacto físico entre ellos. Pero la sorpresa no le impidió, por orgullo y porque le apetecía, hacer lo mismo a ella. Casi con inocencia, dejó que sus ojos se posaran en la ancha línea de sus hombros y luego bajaran por su cuerpo delgado. Mientras recordaba que, a pesar de no tener un gramo de grasa, había demostrado la noche anterior en el tejado ser fuerte y ágil. Sorprendentemente fuerte. Pero, naturalmente, no era sólo su cuerpo lo que le atraía, pensó. Pedro tenía una personalidad irresistible. Por la forma en que le hacía reír, cuando no la enfadaba. Era… La muchacha apartó sus pensamientos y cerró los ojos por un segundo. Entonces, sin que se diera cuenta de qué estaban haciendo, se agarraron de la mano y, momentos después, tras mirarse a los ojos, estaba en sus brazos y pedro la besaba de una manera que no era un juego, sino algo mucho más serio y tremendamente excitante. Era maravilloso, descubrió , sentir sus manos sobre sus pechos y sobre sus caderas. Era sensacional experimentar el temblor del deseo que recorría, como si fueran olas, todo su cuerpo. Mientras la besaba profundamente y sus cuerpos se apretaban… Era delicioso la manera en que él se detenía de vez en cuando, con infinita ternura. Ella estiró los brazos por encima de la cabeza para que él tocara todo su cuerpo, para que él reclamara su boca, mientras ella ponía sus manos sobre sus hombros y sentía la dureza y fuerza de su pecho. Y no dijo nada cuando él apartó el cuello de la camisa para poder besar la base de su cuello. Ella puso a su vez las manos alrededor del cuello de él y echó la cabeza hacia atrás, para darle mayor libertad. Luego ella agarró la cabeza de él y le demostró que necesitaba su boca de nuevo. Él obedeció y Paula pensó que iba a desmayarse de placer.

Fueron los caballos los que les devolvieron a la realidad. Bonnie de repente se acercó a la orilla y se puso a beber ruidosamente al lado de ellos, haciendo que los pájaros salieran volando y volvieran de nuevo a posarse. Se separaron, pero Pedro inmediatamente puso las manos sobre la cintura de ella para que no se moviera de allí.

—¡Oh! —exclamó Paula, casi sin aliento.

—¿Una interrupción a tiempo? —murmuró, arqueando una ceja.

Paula parpadeó, luego se apartó y se mojó la cara y el pelo.

—Tenías razón —dijo él, sentándose a su vez.

—¿Qué quieres decir? —dijo ella, un poco confundida.

—Que a lo mejor no estaba preparado para lo que me esperaba.

Ella se secó los ojos y se escurrió el cabello.

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