miércoles, 21 de agosto de 2019

Te Quiero: Capítulo 46

—Me pidió, cuando vino a verme por primera vez, que hiciera todo lo posible para que no se supiera nada hasta que él te lo pudiera decir por sí mismo.

—Así que dijo eso… Y creerás que te salva de todo, ¿No?

Pedro levantó una ceja.

—¿Qué habrías hecho tú en mi posición, Paula?

—Algunas cosas —dijo, tras un momento—. Tan pronto como recuperaste la memoria, y no me digas que no fue pronto, porque recuerdo perfectamente cuando me dijiste que las cosas podían cambiar. Yo, si hubiera estado en tu lugar, me habría marchado de aquí inmediatamente, y no me digas que no podías haberlo hecho. Así no habrías tenido la oportunidad de merodear por el rancho y verlo todo bajo una personalidad falsa.

—Sigue —animó él—. Estoy seguro de que hay más.

—Sí lo hay, ya que lo mencionas —contestó ella, cruzándose de brazos y mirándolo fríamente—. No habría intentado ganarme a alguien que, sabías perfectamente, se quedaría destrozado, como lo hiciste.

—Ganarte —repitió él, pensativamente—. ¿Eso es lo que crees que estaba haciendo?

—Por supuesto. ¿Qué otra cosa debería de pensar? ¿O es que vas a decirme que Laura Foster es una fantasía mía?

—Pero seguramente habría imaginado que eso no iba a hacer sino empeorar las cosas, una vez que lo descubrieras —intentó aclarar Pedro.

—Bueno, eso no cambia nada. No me voy a ir sin luchar.

—No veo cómo vas a hacerlo, Paula…

—Soy copropietaria, Pedro. Quizá puedas comprar la parte de mi tío, pero mi parte es diferente.

—Tú eres diferente. Y esta mañana estás muy guapa, por cierto.

—No me halagues —advirtió ella—. Tu credibilidad para mí es nula.

—Yo sólo puedo repetir una vez más que yo no planeé nada de lo que ha sucedido.

—Del resto no hay nada más que hablar, pero de tu compra de Wattle sólo te diré que vas a tener que luchar para conseguirlo.

Pedro la miró con los ojos entornados.

—¿Crees que sería inteligente, Paula? Tu tío…

—Sé lo que vas a decir. Ustedes dos, tanto mi tío como tú, creéis que me voy a dejar atrapar por miedo a su estado de salud. Pero hablé con su especialista esta mañana y me ha dicho que es muy posible que mi tío salga bien de esta operación. Y estoy segura de que cuando él se vea fuerte de nuevo, todo será diferente.

Pedro no dijo nada. Se metió las manos en los bolsillos traseros de su pantalón marrón y se quedó mirando a Paula. Esta puso las tazas en el fregadero sin hacerle caso.

—He enmarcado el boceto.

Ella se encogió de hombros.

—Paula, sé lo mucho que todo esto te habrá sorprendido. Y sobre todo, me imagino que te sentirás como una estúpida por todo lo que me dijiste, especialmente a mí. Pero eso no significa que no podamos tener una conversación civilizada.

—¿Estoy siendo incivilizada? —murmuró—. Creí que me estaba comportando serena y controladamente.

—Pero sólo en la apariencia, lo sé —contestó él secamente—. ¿Quieres por favor sentarte y dejarme que te explique lo costoso e inviable que Wattle Creek ha llegado a resultar?

—¡No, no lo haré! —protestó, apretando los dientes—. Porque no sólo desapruebo lo que todos ustedes representan comercialmente, sino también porque soy alérgica a los jugadores de polo modelos. Pero sobre todo, soy alérgica a los  mentirosos.

—Estás hablando de dos cosas diferentes y no soy un jugador de polo modelo. ¿Quién te ha dicho eso?

—No importa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario