miércoles, 9 de agosto de 2023

Traición: Capítulo 5

 —Sé que te quiero. Tú eres mi mejor amigo.


—Siempre cuidaré de tí. Siempre —se volvió bruscamente.


En ese instante Paula cometió el error de posar una mano sobre su espalda desnuda.


—¿Pedro?


—Venga, vistámonos —le ordenó, sintiéndose humillado por la reacción de su propio cuerpo.


—Pedro, no te enfades —le suplicó.


—No estoy enfadado. Anda, vámonos. Tú misma dijiste que a tu padre no le gustaría nada que nos viera aquí.


—Pronto cumpliré catorce años —se volvió para vestirse, obediente—. La misma edad que Juliana.


—No seas ridícula —en vano intentó hablar con tono tranquilo, recogiendo rápidamente su ropa. Se puso los pantalones, se los abrochó, y tomó luego la camisa.


—No tienes por qué hablarme así —replicó furiosa—. No eres mi hermano mayor.


Algo en su voz le hizo creer a Pedro que estaba a punto de llorar. ¿Paula llorar? Jamás lo hacía.


—Venga, Pau. No he querido molestarte...


—Pues lo has hecho.


Fue entonces cuando Pedro la besó. Acunándole delicadamente el rostro con las manos, le acarició los labios con los suyos. Sabía tan fresca y tan dulce... Cuando la soltó ella lo agarró a su vez de una muñeca, y sus rosados labios se dispusieron a formar unas palabras... Unas palabras que no llegaron a pronunciar porque en ese preciso instante una voz masculina, joven y rabiosa, llegó hasta sus oídos:


—¿Qué diablos estás haciendo, Alfonso?


Martín White iba vestido con una camisa blanca, vaqueros y zapatillas. La luz del sol arrancaba reflejos a su espeso cabello rubio. Se acercó a la ribera. Era un joven atlético, pero no tanto como Pedro.


—Paula, estoy impresionado. Espera a que tu padre se entere de esto. ¿Cómo permites que este tipo te manosee?


A manera de respuesta, la jovencita se abalanzó contra él, con los puños cerrados, y lo golpeó en un hombro.


—«Este tipo»—gritó— vale diez veces más que tú. Es, con diferencia, el chico más inteligente que hemos tenido en este pueblo y probablemente nunca habrá otro igual. Y además de inteligente es honesto y trabajador. Tú, en cambio, eres un patético ignorante. Con seis años aún no sabías leer... ¡Cuando yo ya lo hacía con tres! —exclamó, cada vez más furiosa—. En cuanto a lo de contarle esto a mi padre... Hazlo y te juro que no volveré a dirigirte la palabra durante el resto de mi vida.


Era una amenaza que afectó profundamente a Martín White. Un puñado de años después, se casó con ella. Con la Paula de Pedro.

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