viernes, 18 de agosto de 2023

Traición: Capítulo 23

 —¿Qué es lo que sabes?


—El plan que preparaste con Martín hace tantos años —al ver que permanecía en silencio, Paula añadió—: Lo sé. Martín me lo confesó al fin.


—¡Debí imaginármelo! —exclamó su padre con tono despreciativo—. ¿Cómo no me dí cuenta antes de que era demasiado débil para entrar a formar parte de nuestra familia?


—¿Es que no te arrepientes de nada? ¿Volverías a hacerlo si pudieras?


—¡Claro que sí! —respondió, más enfadado que nunca—. Lo último que deseaba en el mundo era que te casaras con ese chico. Siempre estaba tan seguro de sí mismo, con esa arrogancia que tenía....


—Él me quería.


Incluso su padre tuvo que reconocerlo. Sacudió la cabeza al tiempo que comentaba:


—Me caía bien al principio, hasta que los dos fueron creciendo. Entonces lo ví como lo que era realmente: el hombre que podía separarme para siempre de tí —y bajó nuevamente la cabeza.




Deambuló por la propiedad durante el resto del día, preso de una amarga nostalgia que tenía en el centro a Paula. Recuerdos de cosas pasadas. Jugando allí juntos, más de veinte años atrás. Las cuadras y los establos, ya desiertos. Los caballos todos vendidos, aquellas espléndidas criaturas que tanta paz y tanto placer le habían dado. Bajo un radiante cielo azul, recorrió las laderas cubiertas de viñedos abandonados. Vitus Vinifera, el vino sagrado, cuyo cultivo se perdía en la noche de los tiempos. Paseando entre las hileras de viñas, examinó cuidadosamente los rojos racimos de uvas del Chaves, aspirando su aroma a tierra fresca. Durante muchos años el Chardonnay había gozado del favor del público como vino blanco de mesa, pero Pedro siempre había preferido la famosa uva del valle de Chaves. Y todo aquello quedaba ya bajo su responsabilidad. No sabía cómo habían podido descuidarse tanto los cultivos. Había señales de deterioro por doquier. Él pondría fin a esa situación. Tenía planes muy ambiciosos. Francisco Schroeder y su hijo Lucas volverían a Bellemont. La familia Schroeder, de origen alemán como los inmigrantes que habían fundado las famosas bodegas del valle del Barossa al sur de Australia, había dedicado su vida al arte de hacer vinos. Y desde que la bodega fue creada a principios del siglo diecinueve, había trabajado para la familia Chaves. El antiguo caserón de la bodega, con sus galerías subterráneas, tenía un aspecto casi legendario, con su fachada de ladrillo amarillo decorada con el emblema de una preciosa violeta floreciendo sobre una vid. Una violeta del color de los ojos de Paula. La bodega tendría que ser restaurada, modernizada, equipada convenientemente. Pedro disponía de poco tiempo libre, pero contrataría a la gente más adecuada para esa labor. Pondría más tierras en cultivo, con más variedades distintas. Y crearía puestos de trabajo para la gente del distrito.

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