miércoles, 2 de agosto de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 65

Cuando llegaron a Kooraki, Marcos seguía quejándose. Paula, que había estado en alerta el tiempo que habían estado fuera, salió a recibirlos.


–¿Qué ha pasado? –preguntó al ver a Marcos despeinado, con la cara llena de arena y sangre en la cabeza.


–Lo que ha pasado, aunque a Pedro le parezca de risa, es que me ha caído una piedra enorme en la cabeza. Era tan grande que parecía un meteorito. Me podría haber matado –le contó Marcos con lágrimas en los ojos.


Pedro no pudo evitar reírse.


–Estoy convencido de que ha sido Malyah Man quien te ha tirado la piedra –comentó.


–¿Me están diciendo que se soltó una piedra de la estatua? –se sorprendió Paula.


–No te sorprendas tanto –contestó Marcos apretando los dientes–. A tí siempre te dio miedo esa estatua.


–No, Marcos, nunca me ha dado miedo, siempre le he tenido respeto, que es diferente –lo corrigió Paula–. Te aseguro que jamás se me ocurriría ofenderle. Pedro, ¿Tú estás bien?


Paula se dió cuenta de que había sucedido algo más porque Pedro estaba distinto. Lo veía en sus ojos. La miraba de forma diferente. Sabía que Marcos no tenía escrúpulos y que intentaría difamarla, pero no tenía ni idea de lo que le habría contado.


–Yo no he ofendido al guardián –contestó Pedro.


–Vamos a curarte –le dijo Paula a Marcos–. A lo mejor te tienen que dar unos puntos.


–Claro que no –intervino Pedro–. No ha sido para tanto, solo un toque de advertencia. Espero que hayas tomado nota, Fernandez.


Ava lo miró con curiosidad. ¿Qué habría querido decir Juan con aquello? No era el momento de preguntárselo. Iba a tener que esperar. Marcos gimió que necesitaba tranquilidad y Paula dispuso que se quedara a pasar la noche, pero ya tenía planeado que se fuera al día siguiente. Llegaba una avioneta con víveres para la casa y Marcos se volvería con ellos a Sídney. Paula seguía sin saber para qué se había presentado allí, no habían hablado de nada. Era obvio que Marcos quería hacerle daño. 


Marcos estaba encantado. Había puesto el mecanismo en acción y ahora solo tenía que sentarse y ver qué pasaba. El argentino estaba muy disgustado aunque lo disimulaba bien. Había ciertas mentiras en la vida que daban grandes réditos. ¿Cómo iba a demostrar ella que no había abortado? Podía protestar y negarlo, por supuesto, pero ¿Sería eso suficiente para que Juan la creyera? Él tenía a Karen de su parte y lo sabía. Karen respaldaría su versión de los hechos aunque fuera mentira. No se sentía culpable en absoluto. Paula era su mujer, aceptaría el castigo y continuarían con su vida. Era evidente que el argentino quería tener hijos, seguro que diez o doce. Aquello le hizo reírse. Había conseguido bajar a Paula del pedestal en el que la había puesto Pedro. ¡Le estaba bien empleado! Por supuesto, ella también tenía la culpa del golpe que había recibido en la cabeza. La gente no solía creer en los espíritus, pero eso era porque no habían estado en aquella parte de Australia.


Paula no tuvo oportunidad de hablar a solas con Pedro, pues llegó la hora de comer y Marcos, suficientemente restablecido, decidió bajar a la mesa. No le gustó el menú, compuesto por ensalada nizarda, filetes de salmón y tarta de limón. Menos mal que Sandra se pasó toda la comida apiadándose de él.

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