miércoles, 23 de agosto de 2023

Traición: Capítulo 33

Aunque la enfurecía sobremanera, durante la comida Adriana le ofreció la oportunidad de que le confesara sus planes. Si Pedro iba a darle la espalda, alguien pagaría las consecuencias.


—Es maravilloso lo que tenemos juntos —le comentó—. Disfrutamos de nuestra mutua compañía. Eres un amante estupendo, pero de alguna forma siempre he tenido la sensación de que no confías del todo en mí. Creo que hubo una mujer con la que no te casaste, Pedro. Una mujer que te hirió mortalmente. ¿Tan difícil te resulta contármelo? 


—Todos tenemos nuestros pequeños secretos, Adriana — sonrió—. Cosas que mantenemos cerradas bajo llave.


Presa de un ataque de celos, Adriana decidió insistir:


—Aquella mujer con la que estuviste hablando en el funeral. El difunto era su marido, ¿Verdad?


—Vamos, Adriana...


—Estabas enamorado de ella, ¿Cierto? No te cierres a mí, Pedro. Te lo prometo, solo estoy intentando ayudarte.


—No sabía que necesitara tu ayuda —repuso Pedro con tono suave, llevándose la copa a los labios.


—Todo el mundo necesita ayuda —le aseguró—. Te echaría terriblemente de menos, Pedro, si salieras de repente de mi vida, pero tengo la extraña impresión de que es eso lo que va a suceder.


—Espero que no —comentó, afectado por sus palabras—. ¿No es posible que sigamos siendo amigos? Nunca hemos hablado de matrimonio entre nosotros, Adriana.


—Lo sé, pero... ¿No tienes la impresión de que cuanto más tiempo llevamos juntos, mejor es nuestra relación?


Pedro se dijo que no podía retrasar más el momento. Se inclinó hacia delante sobre la mesa, tomándole la mano.


—Adriana, nunca pretendí engañarte. Disfruto de tu compañía. Significa mucho para mí.


Adriana no puedo evitar replicar, exasperada:


—Al final solo se trataba de sexo, ¿Verdad, Pedro?


—No, era más que eso. No debes menospreciarte. Eres una mujer atractiva e inteligente. Y tienes la suficiente experiencia como para asumir esto con calma.


—Lo cual supone que no tengo intención de volverme a casar, ¿Verdad? —le espetó, sintiendo el urgente impulso de ponerse a gritar.


—Imagino que lo harás. Yo no soy el hombre adecuado para tí, Adriana.


—¿Porque estás enamorado de otra mujer? Aquella joven. Ella es la barrera que se interpone entre nosotros.


—Fue un terrible funeral —Pedro desvió la mirada. Su expresión se había oscurecido visiblemente—. Es triste ver morir a un hombre en la flor de la vida.

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