lunes, 21 de agosto de 2023

Traición: Capítulo 27

 —¿Sobre qué? —inquirió Miguel con tono ofendido—. No me recuerdes que es un hombre peligroso; ya lo sé. Ojalá regresara al país donde nació.


—Todos procedemos de alguna parte, padre —repuso, cansada—. Solo los aborígenes habitaron esta tierra desde siempre.


—No te importa que yo me oponga a que veas a ese hombre.


—Claro que no me importa —admitió Paula—. Escucha, padre. Yo amaba a Pedro. Lo amaba con todo mi corazón. Sabía que iba a pedirme que me casara con él. Y yo iba a aceptar. Estábamos hechos el uno para el otro; pura y llanamente. Pero Martín y tú destrozaron todo eso.


—Oh, ¿Por qué perdí todo mi dinero? —gimió su padre—. ¿Por qué confié tanto en Martín?


—Ya te lo dije. Porque él era uno de nosotros. Uno de los privilegiados.


—Aun así, no me arrepiento de nada.


—Pues es una pena, padre.


Continuaron discutiendo hasta que, media hora antes de que Pedro tuviera que pasar a recogerla, Paula decidió que no podría dejar a Olivia con su padre. En cierta forma, Miguel se había convertido en otra persona, y la niña desconfiaba de él. Nunca en toda su vida había sido tan desgraciado. «Y nunca tampoco ha perdido realmente el control sobre mí», se dijo Paula. Indulgente hasta decir basta, Miguel, en muchos aspectos, había sido un padre pésimo. No había forma de que pudiera verse con Pedro dejando a su nerviosa hija en casa.


—No hay muchos padres que hayan sido tan generosos como yo. Consentí que Martín y tú vivieran conmigo. Y les dí todo el dinero que querían.


—Nos enseñaste a ser dependientes, padre —replicó Paula—. Porque era eso lo que querías —se dirigió a Olivia, que acababa de volver de su habitación—. Vete a la cama, cariño. Mañana tienes que madrugar.


—¿Vas a salir tú? —le preguntó la niña, pensando que su abuelo se estaba portando muy mal con su madre.


—No, querida —respondió Paula con tono tranquilo, consolador—. El abuelo no se encuentra bien. No es un buen momento para dejarlo solo.


—Me alegro de que te des cuenta de ello —repuso él—. Sigues siendo una soñadora, Paula. Anhelando siempre cosas que no te convienen.



—¿Por qué el abuelo odia tanto al señor Alfonso? —le preguntó Olivia a su madre, ya en su habitación.


—No lo odia, cariño —respondió mientras la acostaba, besándola en la frente.


—Pero no lo quiere. Creo que es horrible que el abuelo no te deje salir con él esta noche.


—Lo he decidido yo misma. El abuelo no está para cuidar niños.


—Pero si yo me voy a quedar dormida en seguida —razonó Olivia. Realmente quería que su madre volviera a ver a Pedro.


—A dormir, cariño. Puedes quedarte tranquila. Yo me quedaré en casa.


—¿Sabes? No sé por qué papá no me quería.


Por un momento Paula se quedó sobrecogida de emoción.


—Él te quería, Oli. Tienes que tener en cuenta que no todas las personas son igual de cariñosas. No todo el mundo demuestra su afecto con besos y abrazos.


—El señor Alfonso me abrazó. Y a mí me gustó mucho que lo hiciera. Es como si lo conociera desde hace mucho, mucho tiempo. ¿No es gracioso?


—Eres una niña maravillosa —le dijo Paula, consternada por sus palabras—. Que tengas felices sueños, amor mío.


—Buenas noches, mamá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario