viernes, 18 de agosto de 2023

Traición: Capítulo 22

 —Esto es todo lo que tuvimos tú y yo. Sexo —era lo más ridículo que había dicho en toda su vida, pero la sensación de humillación era demasiado opresiva.


—Solo te tuve una vez —le recordó, sin inmutarse ante su acusación—. En esta misma casa, en tu dormitorio —«Donde dormí anoche, soñando contigo y rememorando tu traición», añadió para sí—. La única vez que conocí tu precioso cuerpo. Pero no la última —le agarró ambas manos—. Voy a ser el hombre de tu vida, Paula. Y no podrás hacer absolutamente nada para evitarlo — esbozó una triunfante sonrisa que la conmovió hasta lo más profundo de su ser.


Paula encontró entonces la fuerza necesaria para liberarse, corriendo apresurada hacia la puerta.


—Aléjate de mí, Pedro.


—No lo haré, Pau. Y lo sabes. Esto será lo que recibas por lo que me hiciste. Tal vez tu padre y tú quieran reflexionar sobre ello...




Cuando al fin Paula llegó a la casa de campo, después de conducir durante una hora por el campo, sin rumbo fijo, se encontró con que su padre la estaba esperando en el porche.


—Dios mío, ¿Dónde te habías metido? Estaba empezando a preocuparme.


—Lo siento —subió rápidamente los escalones de la entrada y le dió un beso en la mejilla—. Fui a ver a un conocido.


Miguel la siguió a la cocina, donde Paula inmediatamente se sirvió una taza de té. La necesitaba.


—Siéntate, padre. Tengo algo que decirte.


—Espero que sea algo bueno —rezongó, tomando asiento en una silla.


—No lo considerarás así. La agencia que compró Bellemont...


—¿Sí?


—Lo hizo en nombre de Pedro Alfonso—se acercó a él, poniéndole las manos en los hombros—. Por favor, no te alteres demasiado. Pero tienes que saberlo. 


No estaba preparada para su reacción. Su padre bajó la cabeza casi hasta tocar la mesa con la frente. Nunca lo había visto tan abatido.


—¿Acaso no había temido que llegara este día?


—¿Sabías que sucedería?


—Sí. Nunca en toda mi vida he conocido a nadie como él. En cierta forma, creo que siempre lo he temido. ¿No te parece estúpido?


—No —comprendía perfectamente lo que sentía su padre.


—Es un tipo frío y tranquilo, ¿Eh?


—Y muy rico —apuntó ella.


—He estado siguiendo su carrera —le confesó con tono seco—. Así que... ¿Todavía está enamorado de tí? —la miró a los ojos—. Lo viste, ¿Verdad? ¿Te encontraste con él en la casa?


—Pedro era la última persona a la que esperaba ver allí. Nos odia, padre. No podíamos esperar otra cosa, ¿Verdad?


—Y pensar que pude haberlo metido en la cárcel. ¿Es que no es consciente de la suerte que tuvo?


—Padre, ¿Cuándo vas a admitir que yo sé lo que pasó?


Miguel frunció el ceño, cruzando los brazos sobre la mesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario