miércoles, 16 de agosto de 2023

Traición: Capítulo 19

 —¿Se parece a tí? —le preguntó Pedro con voz áspera, terriblemente frustrado por todo lo que había perdido.


—Sí. Dicen que es la viva imagen de su madre.


—¿Te quedaste embarazada la noche de tu boda?


—No voy a hablar de mi vida de casada contigo, Pedro — pronunció las palabras con mucho cuidado.


—Cuando todo el mundo sabe que fue muy desgraciada. No podía creerlo cuando me dijeron que Cinthia Carlin murió con él.


—Me duele mucho hablar de eso, Pedro. Tú no puedes comprenderlo.


—Pues yo creo que sí —se obligó a desviar la mirada de su rostro—. Lo que no consigo entender es por qué. Martín estaba loco por tí.


—No tanto.


—¿Qué se supone que quiere decir eso?


—La mejor manera de decirlo es que no teníamos mucho en común.


—Eso ya lo sabía yo. ¿Por qué te casaste con él, Paula? — era una pregunta que se había hecho millones de veces.


—No lo sé —pronunció, mirándose las manos—. Por despecho. No sabía nada de tí. Tu madre se negaba a decirme nada.


—Suele suceder con las madres. Quería protegerme. Tu padre pudo haberme encarcelado, ¿te das cuenta? Encarcelarme por algo que no hice. Y Franco Harris fue su cómplice.


Paula bajó la cabeza, ocultando el rostro bajo la cortina de su oscura melena. Miguel Chaves había sacrificado su propia integridad moral obligado por el miedo de perder a su hija, por el temor de que se marchara con Pedro. Era ella quien se lo había echado en cara, gritándole como una adolescente enloquecida hasta arrancarle la promesa de que no lo denunciaría. Fue un ultimátum. Pero a cambio de que Pedro solamente abandonara el pueblo. Y Miguel cumplió su palabra, decidido a borrar todo rastro de Pedro en la vida de su hija, en su corazón... Pero jamás lo consiguió. Su anhelo se vió multiplicado con los años.


—Lo lamento de verdad, Pedro. Te suplico que nos perdones — levantó la mirada hacia él, nublada por el dolor.


—Si no me creíste entonces —repuso él con voz áspera—, ¿Cuándo descubriste la verdad? No puedo creer que tu padre te lo confesara.


—Fue Martín. Cargó con ese peso en la conciencia durante años. Me lo dijo cuando no pudo soportarlo más.


Pedro empezó a pasear por la habitación, imaginándose a Martín robando aquellas joyas.


—Por supuesto, Martín. Probablemente pensó que tú le disculparías aquella trampa. Martín White, el chico de oro del distrito, siempre haciendo todo lo que tu padre le decía, para que tu padre lo recompensara entregándole tu propia persona.


—Está muerto, Pedro —le recordó ella con voz apagada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario