lunes, 28 de agosto de 2023

Traición: Capítulo 39

La niña obedeció de buen grado y salió con Teresa. Paula permaneció muy quieta hasta que ambas desaparecieron, y fue entonces cuando inquirió desesperada:


—¿Qué estás intentando hacer, Pedro? ¿Quitarme a mi hija?


—Dí mejor nuestra hija. Escucha —la agarró del brazo cuando intentó pasar de largo a su lado—, yo no envié ninguna carta a tu padre. No volveré a repetírtelo. Pero sé exactamente lo que había en ella. No puedes seguir huyendo a base de mentiras. Tengo la prueba irrefutable de que Olivia es hija mía. Tú lo sabes, y yo también. Y ahora, tu padre está al tanto. Junto con la persona que se ocupó de decírselo a él, persiguiendo sus propios fines.


—¿Se supone que debo creerme eso? —liberó su brazo y se dirigió al salón; una vez allí, se volvió para mirarlo.


—Es un truco muy viejo esconderse de la verdad: Quedarse callada, no decir nada. Últimamente, sin embargo, la verdad ha salido a flote sola. Olivia es hija mía y no pienso renunciar a ella.


—¿Y qué pasa conmigo?


—¿Es que ya no vas a seguir negándolo?


—No podría hacerlo frente a tu evidencia. ¿Sabes? Ese descubrimiento destrozó a mi padre. No pudo soportarlo. Cuando volví a casa lo encontré en el suelo, inconsciente —se encogió de dolor.


—Lo siento, Paula. Siento lo sucedido, pero yo no he tenido nada que ver. Tu padre no puede amar realmente a Olivia, si la rechaza porque es hija mía. Olivia es una persona con sus propios derechos.


—Probablemente no querrá volver a verla. Eso si sobrevive — repuso mientras se sentaba en un sillón. 


Pedro tardó unos segundos en dominar su furia.


—Eso solo es una suposición tuya. Recuerdo bien lo mucho que te quería. Ese sentimiento ha debido extenderse a tu hija.


—¿Entonces por qué ha sufrido un nuevo ataque? —le preguntó desesperada.


—Paula —se sentó cerca de ella—, los ataques como estos, después de emociones fuertes, se dan con frecuencia.


—¿Y de dónde sacó esa información el autor de la carta? — inquirió de nuevo con tono amargo—. ¿Acaso no es una información altamente confidencial?


—Lo es. Recibí la confirmación en mi despacho. Creía que estaba segura allí.


—¿Estás intentando decirme que alguien lo leyó en tu despacho?


—Es lo que sospecho, Paula —respondió—. Y me ocuparé de ello.


—¿Y crees acaso que eso me sirve a mí de consuelo? —rió, incrédula—. Alguien leyó tu correspondencia confidencial, Pedro. Alguien tuvo la crueldad suficiente para transmitir la noticia. Alguien a quien no le importaron las consecuencias.


—Lo lamento profundamente —repuso Pedro, conteniendo el impulso de estrecharla entre sus brazos.


—Mi padre pudo haber muerto —las lágrimas asomaron a sus ojos, y se levantó de un salto para alejarse de él—. Ojalá nunca nos hubiéramos conocido —pronunció rabiosa, perdiendo todo control— . Ojalá nunca hubiéramos crecido juntos. Ojalá nunca te hubiera amado.


Pedro también se levantó, fue hacia ella y la abrazó por detrás, apoyando la barbilla sobre su cabeza.


—Toda la gente que conozco tiene cosas de las que arrepentirse, Paula. No eres la única. No había razón alguna para que mi madre muriera tan joven, con cincuenta y cinco años. ¿Se puede morir de tristeza? No lo mires todo desde un único punto de vista. Tu padre se labró su propia ruina. Y quizá también la de Martín. Tú misma me dijiste que Martín sintió la necesidad de confesarte lo que me hizo. Y si él no hubiera muerto, yo jamás habría descubierto que Olivia era hija mía. Las cosas habrían sido muy distintas si tú hubieses demostrado un poco más de valor.

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