miércoles, 9 de agosto de 2023

Traición: Capítulo 2

 —Venga, dime —la invitó él, acercándose al enorme ventanal que ofrecía una espectacular vista de la bahía de Sydney—. ¿Qué propiedades vas a enseñarme? —hablaba con tono desenfadado, casi burlón. 


Apreciaba mucho a Diana, pero en aquel instante tanto su mente como su cuerpo vibraban de recuerdos. Recuerdos de cuando era un niño de diez años y sus padres inmigrantes acababan de establecerse en la tranquila y próspera población rural de Ashbury, al norte de Nueva Gales del Sur. El propio Pedro había nacido en Viena, de padre alemán y madre checa, pero sus padres se lo habían llevado a Australia a la edad de cinco años. Ya entonces su padre se encontraba enfermo, aunque había tardado mucho tiempo en descubrirlo; tanto él como su esposa habían sido refugiados políticos.


—Dime, ¿Qué es lo que te pasa esta mañana? —le preguntó en aquel instante Diana—. Creo que no me estás escuchando.


—Perdona —se volvió para sonreírle, mirándola intensamente con sus ojos brillantes, casi negros.


—Bien. Sé que probablemente te hayas pasado la mayor parte de la noche trabajando, pero hay tres propiedades que creo deberías echar un vistazo. Las he marcado con rotulador amarillo. Un maravilloso refugio en la isla de la Barrera de Arrecifes. El escenario, magnífico. Los jardines, espléndidos, y una mansión de estilo clásico...


«Bellemont Farm»; Pedro sabía que se trataba de aquella finca antes de que Diana llegara a pronunciar su nombre. Era como una abrasadora huella en su corazón. Casi pronunció el nombre en voz alta, sintiendo un escalofrío en la base del cuello.


—Una propiedad de doscientas hectáreas, a unos treinta kilómetros de Ashbury —continuó Diana—, utilizada como picadero ideal y con el sugerente nombre de Bellemont Farm. ¡Suena estupendo! Grandes praderas, un arroyo que atraviesa la propiedad, una mansión de estilo colonial con ocho dormitorios, cinco cuartos de baño, caballerizas y todo tipo de facilidades para montar a caballo, pista de tenis, piscina, una pesca estupenda en el cercano río Ashbury... El lugar adecuado para un tipo como tú.


—Te encanta cuidarme, ¿Verdad, Diana?


—Por supuesto —asintió con la cabeza—. Tú me has cuidado mucho a mí. Mi madre y yo te incluimos en nuestras oraciones nocturnas —se dijo que aquello era absolutamente cierto. No en vano Pedro había cambiado sus vidas.


—¿Quieres asegurarte de que vaya al cielo?


—Creo que tendrás a los ángeles comiendo de tu mano — comentó.


—Gracias, Diana.


Volvió a su escritorio después de darle una cariñosa palmadita en el hombro. Aunque sonreía, una sombría expresión oscurecía su mirada. Diana estaba asombrada, ya que raramente lo había visto así; siempre mantenía sus emociones bajo un estricto control.


—La secretaria del profesor Morganthal confirmó su cita a las nueve y media.


—Sabía que volvería con nosotros —comentó Pedro—. Somos su mejor ayuda.


—Estoy segura de que ahora ya es consciente de ello. Volviendo a lo del Preview, puedo conseguirte una información todavía más detallada. Con treinta y un años todavía eres joven, Pedro, y también eres muy fuerte, pero sufres una constante presión. Al igual que nosotros, necesitas descansar.


—¡De acuerdo, de acuerdo, Diana! Me encargaré de todo esto en cuanto tenga oportunidad. Te lo prometo. Podrías ponerte en contacto con Cristian y con Soledad en cuanto lleguen. Necesito que me faciliten información para un trabajo importante.


—Déjamelo a mí —repuso Diana con energía, antes de marcharse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario