miércoles, 29 de septiembre de 2021

La Heredera: Capítulo 23

 —¡Y en cuanto al sexo, ni siquiera sabes lo que es! —había dicho él.


Paula se había estremecido pero no supo responder en aquel momento. Siempre había guardado silencio en sus enfrentamientos, y eso había sacado de quicio a Julián.


—Ni siquiera podemos discutir. Te limitas a hacerte un ovillo y esperas que me calme. Tienes que luchar —él había intentado arreglar las cosas entre los dos.


Paula no sabía cómo hacerlo. Se limitaba a negar con la cabeza.


—Nunca me has deseado —había añadido, iracundo—.Te has limitado a hacerme un hueco en tu agenda de trabajo.


—No es cierto —replicó Paula, entre sollozos.


—Claro que sí. Nunca me has abrazado en medio de la calle ni me has besado.


—Lo hice... 


—No es verdad. Siempre te he besado yo a tí. ¡Admítelo! Yo te hice el amor. Tú solo me has correspondido en señal de buena educación.


Paula se sintió casi más traicionada que por la aventura de él con la recepcionista de la oficina. No había encontrado las palabras y había presenciado cómo todo su mundo se desmoronaba frente a ella. Después, él se había marchado para siempre. Ella y Julián fueron pareja. Y había sido él quien se había marchado el fin de semana con otra mujer. ¿Cómo se atrevía a echarle a ella las culpas? Habían pasado dos años desde entonces, y comprobó que podía recordar aquel episodio de su vida sin estremecerse. Había creído estar enamorada de él. Desde luego, entonces confiaba en él y se había mantenido fiel a esa relación. Pensaba en el reto que suponía la presencia de Pedro Alfonso. Nunca había acariciado la idea de engañar a Julián con otro hombre. Pero se preguntaba qué hubiera ocurrido entonces de conocer a alguien como Pedro. No al propio Pedro, desde luego. Apartó la vista del monitor y pasó a la siguiente pantalla. Había muchas páginas que hablaban de sus negocios. Tal y como él había dicho, su firma había empezado a destacar en el ámbito internacional dos años antes. Uno de los artículos lo explicaba. "El motor de la firma Alfonso y asociados es el joven Pedro Alfonso, de treinta y seis años. Se advierten en sus trabajos influencias eclécticas del viejo y el nuevo mundo, fruto del itinerario vital del señor Vitale. Si desea que su hogar responda al estilo colonial de Nueva Inglaterra o revivir el esplendor del viejo Singapur, Alfonso y asociados es su firma. Pero no espere llevar la voz cantante. El señor Alfonso tiene unas ideas muy concretas acerca de los edificios. En sus propias palabras, «Son monumentos a la espera de ser colonizados». No acepta órdenes, y eso algo que, hoy por hoy, se puede permitir". ¡Menuda sorpresa! No admitía órdenes pero, ¿Aceptaría consejos?


Sonó el timbre de la puerta. Era Ivana, que estaba quitándose el impermeable empapado por la lluvia. 

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