miércoles, 8 de septiembre de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 49

El ascensor llegó abajo y se detuvo con un gran gemido. Paula abrió las puertas y dejó salir a Pedro primero.


—Hasta ahora no me ha fallado.


Él estaba fuera del ascensor y ella dentro. Pedro la miró a los ojos y el mundo se detuvo un instante. Paula sintió que lo que pasase después lo cambiaría todo, y deseó cerrar la puerta, apretar el botón de su piso y meterse en casa a toda velocidad. Siguió allí, con las manos agarrando el borde de la puerta.


—Vamos, loca. Suelta la puerta antes de que se cierre sobre tí —él alargó la mano y la agarró del brazo, cruzando con ella el hall en dirección a un amanecer incierto.



Pedro y Paula entraron en el taxi que iba a llevarlos al aeropuerto. En lugar de los trajes de ejecutiva y tacones de aguja, ella se había puesto una chaqueta azul brillante con cremallera y unos pantalones ajustados rosas con margaritas azules. Él color de la chaqueta hacía que sus ojos brillasen aún más y los pantalones se ajustaban perfectamente a sus deliciosas curvas. Llevaba el pelo suelto y liso y su cara aún no se había recuperado de las pocas horas de sueño. Estaba preciosa. Él había pensado que consideraría lo de la noche anterior como un sueño que no se repetiría, pero al ver sus suaves labios con un ligero toque de brillo sentía aún más ganas de besarla. Nopodía apartar sus ojos de ella. Pero ella, sin embargo, no podía mirarlo a los ojos. Estaba claro que no estaba receptiva como para avanzar en su innegable atracción mutua; parecía a punto de sufrir una crisis nerviosa. Y él sabía el motivo. Se sentía culpable y Pedro sabía que había sido él quién había dado el primer paso. Tal vez debiera tragarse las ganas y dejarlo correr, pero al menos debía intentarlo.


—Entonces, señorita Chaves... ¿Cómo ha avanzado el proyecto respecto de los planes iniciales?


—¿Cómo? —dijo ella, dando un brinco en el asiento.


—¡Mi proyecto! ¡su ambición de convertirme en el maridoperfecto!


Ella parpadeó.


—No está yendo precisamente según lo planeado.


A él le bastaba con eso para cambiar de opinión, tomarla en sus brazos y besarla hasta que olvidara al resto de hombres, pero ella giró la cabeza y miró por la ventanilla.


—Bueno, estos dos días pueden ser una oportunidad para volver al buen camino.


—¿De verdad? —dijo ella, mirándolo.


Sí, ¿De verdad? ¿era eso lo que quería? ¿Que ella le dijera cómo ser la pareja perfecta y que él se fuese con otra? La mirada de desesperación que vió en su cara le dijo que ella quería eso exactamente.

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