viernes, 17 de septiembre de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 70

Paula hizo lo que Pedro le pidió. Habló con la banda, alertó a los iluminadores y se aseguró de que hubiera champán para todos para brindar por el compromiso. Su cuerpo no dejó de temblar en todo ese tiempo así que, cuando acabó los preparativos y antes de convertirse en calabaza, se marchó. Saltó al primer taxi que esperaba en la puerta y recordó pagar y darle las gracias al conductor cuando la dejó en la puerta de su edificio. En ese momento rompió a llorar. Eran lágrimas de agotamiento, de pérdida. Intentó correr, pero su vestido era tan estrecho que le era imposible. No había forma de subir las escaleras sin desgarrar las costuras del vestido, y le había costado una fortuna, así que fue hacia el ascensor y llamó una y otra vez al botón sin parar.


—¡Maldito ascensor! —gritó ella mientras el viejo aparato acudía sin prisa desde el piso de arriba.


Cuando llegó por fin, Paula abrió las puertas con toda la fuerza que pudo hallar y entró, pero fue entonces cuando un brazo la agarró y la detuvo.


—¡Pedro! ¿Qué estás haciendo aquí?


—¿Y tú me lo preguntas? —preguntó él, con la voz desgarrada—. ¿Por qué te has marchado?


—Me encontraba mal —era cierto. Sentía el corazón roto en mil pedazos—. Supongo que me he perdido tu discurso.


—No te has perdido nada. Te ví marcharte y no podía anunciar aquello sin que estuvieras tú. Tú eras una parte muy importante de aquella decisión y no podía seguir sin tí.


—Lo siento.


—No lo sientas tanto —dijo él—. Siempre había deseado decir «Siga a ese coche», y hoy lo he hecho.


El ascensor empezó a emitir zumbidos y tintineos, porque la puerta había estado abierta mucho tiempo. Pedro se lo pensó un momento y después saltó dentro.


—Lo he estropeado todo —dijo Paula casi susurrando.


—Desde luego que no —dijo él—. De hecho, sin tí...


El viejo ascensor crujió más fuerte de lo que Paula le había oído nunca y se paró entre dos pisos.


—¿Por qué? ¿Por qué ahora, estúpido ascensor?


—Porque es sólido y fiable —dijo Pedro con una sonrisa.


—Hace poco que he descubierto que la solidez y la fiabilidad son dos cualidades que había sobrevalorado —dijo Paula, dándole una patada a la puerta.


—No sabes lo feliz que me hace oír eso.


Pedro cada vez estaba más cerca de ella.


—¿Por qué?


—Porque eso significa que ya has superado tu fijación por los chicos buenos y estás lista para aceptarme.


Su respiración se hizo instantáneamente dificultosa. ¿Podía creer lo que estaba diciendo?


—¿Quieres que te acepte?


—¿Por qué no? Reúnes todas las cualidades de la lista.


—No sé si el empleo me durará mucho tiempo, ya que desde que te conozco no he ganado un solo caso y he perdido a mi única cliente.


—Siempre podrás dirigir la Fundación Gibson conmigo.


Paula detuvo su avance imparable hacia ella poniéndole las dos manos sobre el pecho. Intentó olvidar que sus manos notaban bajo la camisa la musculatura pectoral más deliciosa del mundo.

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